Revista Sociedad
El actor Joaquín Kremel da vida a Poncio Pilatos. Foto: Roberto Cárdenas
Virginia Hernández | Madrid
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El cadáver de un reo ha desaparecido y no hay pistas para encontrarlo. Como en un capítulo de 'CSI' o en una novela policíaca, Joaquín Kremel se convierte en el detective que debe averiguar qué ha ocurrido pero que, en su caso, sólo se topa con dudas. El investigador se llama Poncio, es procurador romano en la Judea del siglo I y el acto de lavarse las manos marcó nuestra civilización. Pilatos, que así se apellida, cuenta su versión de la muerte y resurrección de Jesús en el texto escrito por el francés Eric-Emmanuel Schmitt, autor de 'Ibrahim y las flores del Corán'. ¿La Pasión de Cristo con 40 grados en la calle? Un reto, sin duda.
"Aunque se hable de Jesús o del Nuevo Testamento, es una estupenda obra que entretiene y hace reflexionar""Es la temperatura que hacía allí en Galilea cuando ocurrieron los hechos", bromea el actor sobre una temática más asociada con otras épocas del año que con Los Veranos de la Villa, el festival en el que se enmarca este estreno en Madrid. Estreno porque es la primera vez que se escenifica en la capital y porque, prácticamente, también serán los primeros en pisar las tablas del recién remozado teatro del Conde Duque. "Además de que este teatro está acondicionado divinamente, 'El Evangelio según Pilatos' casa con este tiempo porque, aunque se hable de Jesús o del Nuevo Testamento, es una estupenda obra que entretiene y hace reflexionar sobre esas grandes cosas de la vida que todos nos preguntamos".
El actor, que estrenó el montaje el pasado abril en Avilés, explica cómo el autor, Eric-Emmanuel Schmitt, enfrenta de nuevo la razón con la fe y la emotividad con el pensamiento. Un romano como Poncio Pilatos no entiende "las supercherías del pueblo judío", un lugar en el que además preferiría no estar. Como Jesús, decenas de individuos se presentan como el salvador. Él sólo ve un buen hombre que no es culpable de nada y, ante la cabezonería, prefiere que otros decidan. Su esposa, Claudia Prócula (que interpreta Julia Torres, la mujer de Kremel en la vida real), sueña con él y simpatiza con el de Galilea.
Dudar y creer
Jesús muere y tres días más tarde nadie sabe dónde está el cuerpo. Los suyos dicen que ha resucitado. Imposible para Pilatos pero no para su mujer: "Pilatos representa la razón; Claudia Prócula supone la fe. El dilema es que ahora empieza a dudar. Claudia le viene a decir que dudar y creer en el fondo es lo mismo". "Lo que termina averiguando es que, de estar seguro de todo, de que Roma es lo mejor, ahora duda de todo".
"Sentenciaría a muerte el mal más moderno: la apariencia. Hoy todo es escaparate. Me produce tristeza"
Y en tiempos como los que vivimos, ¿es necesario aferrarse a algo, es imposible no creer en algo más? "Esta vida da mucho miedo y por eso la parte emotiva agradece agarrarse a un salvador; aunque la razón te diga que eso no puede ser". En el caso de Pilatos, el supuesto villano del relato, Kremel no lo considera culpable: "Quien condena a Jesús es el Sanedrín, es Caifás, es Anás... son los que le condenarían hoy si apareciera: estoy convencido de que para la alta jerarquía católica, la más fundamentalista, Jesús sería un hombre molesto".
Y, metido en el papel, si él tuviese que lavarse las manos lo haría por alguien que no le interesara lo más mínimo, "por cualquier disputa política". Y, ya puestos, ¿qué sentenciaría a muerte? "El mal más moderno: la apariencia. Hoy todo es apariencia, todo es escaparate. Me produce una profunda tristeza". ¿Un indignado más? "Me indigna lo que a todos los que nos consideramos decentes: que un político robe, que desahucien a alguien de su casa, que un tirano bombardee a su pueblo. Al final lo que sale en el telediario es lo más indignante que uno puede ver".