La acompañás hasta el portal de su casa.
Ella abre su morral y emprende la busqueda de sus llaves. Ves como su mano aniñada revuelve el mundo dentro de un morral (las mujeres tienen esa facilidad de guardar tantodetodo con tanta versatilidad y variopinto de recursos ahí, un universo hecho morral, un aleph borgiano). Su mano es dueña de la situación, mientras sus ojos miran hacia el cielo y luego te mira a vos, con esa mirada que dice claramente "no las encuentro". Y sus dedos se topan con su celular (y te das cuenta por qué tarda tanto en atenderte cuando la llamás), recorren los pañuelos descartables hecho bollitos, se cruzan con sus gotas nasales, sus pildoras, su maquillaje, su cartuchera, un libro de Galeano, su billetera de colores, sus alitas de angel a un costado del restos de cursilerias desplegadas por vos en el transcurso del día... Y quizás haya también un par de cosas más ahí dentro pero no importa, ella finalmente se hizo de sus llaves y te saluda con un beso y abre la puerta y queda por unos minutos en el aire su permufe dulzón mientras el sonido de sus pasos se pierden entre los ruidos de la puerta que se cierra y los alaridos de bienvenida que le brinda su perra.Y vos te quedás ahí, parado, sin esperar más porque incluso si tuvieras un morral con tantas cosas dentro no tendría razón de ser, porque al conocerla no te hace falta buscar más nada ni nadie...