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La actitud proactiva y su importancia.

Publicado el 04 mayo 2017 por Daniel Costa Lerena @costalerena

Desde hace décadas la actitud proactiva es una característica muy valorada por las personas; tanto dentro del ámbito profesional, empresarial como a nivel interpersonal.

El individuo que refleja una actitud proactiva, por tendencia y dependiendo del ámbito especifico, suele ser muy valorado, y al mismo deseado de tener cerca. Es decir, deseamos estar rodeados o cercanos a personas proactivas en cualquier orden de nuestras vidas.

La actitud proactiva la encontramos siendo definida por primera vez en el año 1946, cuando el neurólogo y psiquiatra alemán Victor Frankl utiliza la proactividad como término en su libro “El hombre en busca de sentido”.

Una definición que posteriormente y con el paso de los años comenzó a extenderse, y también a ser utilizada con diferentes modificaciones ampliando así su aplicabilidad.

En el sector empresarial y comercial la actitud proactiva es casi obligatoria de ser reflejada, porque significa un valor agregado para la empresa contar con personas que van un paso por delante del simple comportamiento activo.

A nivel organizacional la proactividad es determinante; incluso podemos encontrar en las ofertas de empleo que las empresas directamente lo reflejan. Es un comportamiento que se convirtió casi en un requisito para poder acceder a un trabajo.

La personalidad proactiva es el resultado de una actitud más que de una conducta reflejada; y el individuo proactivo es el que refleja una actitud proactiva en toda circunstancia. La persona refleja algo más que una intensa actividad, y por supuesto no muestra el más mínimo indicio de pasividad.

Al mismo tiempo, dicho tipo de actitud supera el concepto de “iniciativa propia”, y como veremos más adelante “tener iniciativa” no es suficiente, cuando menos para definir a una persona como proactiva.

Diferencias entre la actitud proactiva y la reactiva.

La actitud proactiva se suele confundir con la intensa actividad reflejada por una persona, como también por la “iniciativa propia”. Elementos los anteriores muy importantes en la personalidad de un individuo desde luego, aunque no suficientes para llegar al nivel de proactividad requerido en la actualidad.

La proactividad se sitúa en otro nivel, incluso por encima de la actividad misma; y simultáneamente se contrapone con la pasividad en cualquiera de sus modalidades y tipos.

Ser proactivo implica tomar el control de nuestra conducta de forma activa, partiendo desde la necesidad de asumir nuestras responsabilidades, y siendo conscientes de nuestros propios actos sin deslindar responsabilidades a terceros.

Es fundamental la toma de conciencia de nuestros actos, como primer paso para asumir responsabilidades y como catalizador de una actitud proactiva. La reflexión como herramienta, facilita el auto-conocimiento de individuo, y al mismo tiempo le permite diferenciar sus comportamientos.

Tanto por acción como por omisión siempre estamos reflejando un tipo de conducta; y la omisión en sí misma, si la valoramos por ejemplo desde la indiferencia, es una reacción ante algo. Un silencio no necesariamente implica pasividad por nuestra parte, como tampoco se contrapone a nuestra actitud proactiva; y un silencio en sí mismo es un hecho activo.

La iniciativa, que en mi opinión está sobrevalorada, también es sugerida por algunos diccionarios de psicología como sinónimo de proactividad. Antes de profundizar, entiendo procede aclarar por qué considero que la iniciativa me parece sobrevalorada como característica de un individuo.

Tener iniciativa no implica necesariamente que una persona sea proactiva, ni asertiva o que cuente con los mecanismos necesarios para reflejar un elevado de resiliencia. Incluso en determinadas circunstancias, la iniciativa puede considerarse como temeridad o falta de conciencia respecto de las consecuencias derivadas de un acto.

Por mi parte, insistiendo que es una interpretación del concepto estrictamente personal, considero que es una sugerencia que carece del concepto implícito de responsabilidad necesario, el cual que debe reflejar el individuo para ser definido como proactivo.

Un individuo que refleja iniciativa propia, no necesariamente lo define como proactivo; si bien es cierto que una parte de la proactividad consiste en tomar iniciativas, también es un hecho que la personas debe poder justificar en modo de argumento el por qué, el para qué y el cómo funcionará dicha iniciativa.

Nada es casualidad y solo existen las causalidades!

Es muy importante que tengamos presente que nada es casualidad y que solo existen las causalidades; y es determinante la toma de conciencia sobre nuestra actitud para que la misma se convierta en proactiva.

La aplicación del análisis fractal en cuanto a la definición de la actitud proactiva, la utilizo como herramienta y modelo de referencia, que permiten la argumentación y no la justificación de nuestros actos.

La persona proactiva no se justifica con excusas, como tampoco se victimiza desde las circunstancias; y mucho menos, un individuo proactivo intentará deslindar responsabilidades en perjuicio de un tercero.

proactividadLas características de la actitud proactiva.

Una persona proactiva se puede detectar desde ciertos rasgos que la definen como tal, y desde la evidencia y constatación de dichos rasgos podemos establecer un perfil del individuo proactivo.

Al referirme a la necesidad de constatar, estoy estableciendo lo determinante que es el conseguir evidencias veraces en base a hechos objetivos sobre el comportamiento de una persona.

Repasemos algunas de las características básicas que refleja una actitud proactiva o un individuo proactivo:

  • Satisfactoria gestión de las emociones y auto-control de las mismas.
  • Conciencia de las habilidades y limitaciones personales.
  • Autoconfianza derivada de las capacidades propias.
  • Establece constantes desafíos personales sin depender de terceros.
  • Se enfrenta a la cambios y los promueve como medio para el logro.
  • Gestiona la incertidumbre que genera el cambio de forma positiva.
  • Los problemas los interpreta como oportunidades.
  • Discierne entre el concepto de problema y dificultad.
  • Enfrenta y solventa las dificultades de forma perseverante.
  • Utiliza el principio de flexibilidad para corregir y lograr sus objetivos.
  • Se responsabiliza tanto de sus aciertos como de sus errores.
  • Define la experiencia como una oportunidad de desarrollo personal.
  • Se coloca en posición de adelantamiento respecto de las eventuales circunstancias.
  • Procura perfeccionar sus modelos y métodos para aumentar su grado de efectividad.
  • Las casualidades no existen, y el destino se construye desde la acción en el presente.
  • Ante circunstancias adversas refleja un elevado grado de resiliencia.
  • Establece relaciones interpersonales saludables en base a la asertividad.
  • Se adapta y vincula al entorno de forma satisfactoria.
  • No se justifica y argumenta en base a hechos objetivos.
  • Critica para construir y no para destruir las opiniones o logros ajenos.
  • Gestiona satisfactoriamente su necesidad por el deseo del objeto (material y simbólico).
  • Asume la toma de decisiones y se responsabiliza de sus consecuencias.

Independientemente de las definiciones de los manuales o de las consideraciones personales, hay ciertos rasgos que podemos detectar en una actitud proactiva; varios fueron enumerados aunque no todos.

En próximos artículos analizaré la actitud proactiva en diferentes ámbitos, como por ejemplo el empresarial, y también cómo se interpreta el liderazgo proactivo en la actualidad.

Fuente citada: Frankl, Viktor E.: Man’s Search for Meaning (1959). Boston: Beacon Press.


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