La alquimia y la ilustración
Durante la primera revolución química, se terminan de escribir los 17 volúmenes de la Enciclopedia (Diccionario razonado de las ciencias, las artes y de los oficios) cuyo objetivo principal era difundir las ideas de la Ilustración Francesa. Denis Diderot, uno de sus editores, reconoce la imagen pública de los químicos:
Los químicos son todavía un pueblo distinto, no muy numeroso, que tiene una lengua propia, sus leyes particulares, sus misterios y que vive prácticamente aislado en medio de un pueblo más grande, que muestra poca curiosidad por sus asuntos y que no espera casi nada de su industria.
Ésta no es muy diferente de la que se tiene hoy. Sin embargo, y en buena medida por la influencia de Antoine L. Lavoisier, la imagen del laboratorio químico que aparece en la Enciclopedia, a diferencia del de los alquimistas, es público, luminoso, limpio y ordenado (figura 4). Ya desde unos pocos años antes, en Oxford, Robert Boyle había conseguido que sus resultados experimentales sobre la bomba del vacío fueran aceptados en reuniones públicas, contra las ideas del anteriormente mencionado e influyente Hobbes. Con la introducción de un nuevo lenguaje, metafóricamente hablando, la luz llegó a la química y dejó de ser un asunto privado, oscuro y hermético.
Figura adicional m. Antoine L. Lavoisier & Marie-Anne Pierrette Paulze
Con la primera revolución, a través del Tratado Elemental de Química de Lavoisier se concreta la ambición de éste de “reformar y perfeccionar la nomenclatura química”, y se inicia lo que identificamos como química moderna “No deja de ser curioso que Lavoisier, el gran químico del siglo XVIII, prefiera llamarse a sí mismo físico (Bordieu, 2003, p. 119)… ya estaba culturalmente colonizado.”.Hay que recordar que ya desde la remota antigüedad grecolatina, traducir era el derecho del conquistador (Durand, 2010), como también imponer su lengua. Nombrar ya no es poseer. El objeto se separa del sujeto. Con la primera revolución se construye el primer paradigma. De la diversidad se empieza a pasar a la unidad. El sociólogo francés Pierre Bordieu dos siglos después, coincidiendo seguramente sin saberlo con Diderot, ha indicado al respecto (2003, p. 35):
El paradigma es el equivalente de un lenguaje o de una cultura: determina las cuestiones que pueden ser planteadas y las que pueden ser excluidas, lo que se puede pensar y lo que es impensable; al ser a un mismo tiempo una adquisición y un punto de partida, representa una guía para la acción futura, un programa de investigaciones a emprender, más que un sistema de normas. A partir de ahí el grupo científico está tan distanciado del mundo exterior que es posible analizar muchos problemas científicos sin tomar en consideración las sociedades en las que trabajan los científicos. “De hecho Kuhn introduce la idea, aunque sin elaborarla como tal, de la autonomía del universo científico. Llega así a afirmar que ese universo escapa pura y simplemente a la necesidad social y, por lo tanto, a la ciencia social (Bordieu, 2003, p. 35).”
En ese momento, particularmente en 1787, apareció en inglés la palabra responsibility y once años después la francesa responsabilité. Este dato filológico, como se verá más adelante, no es trivial. Desde entonces y poco a poco, a la par de muchas de las ideas y formas de ver el mundo derivadas de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial fue adueñándose de las sociedades europeas la convicción de que debemos asumir, sin excusa ni remedio posible, nuestros propios horrores como algo de lo que debemos dar cuenta […] El mal […] tal vez pueda ser banalizado, pero nunca más podrá volver a ser ignorado (Cruz, 2005, p. 117). El filósofo catalán Manuel Cruz indica de manera muy clara este cambio en la mentalidad de las nacientes sociedades industriales:
La responsabilidad no se puede pensar bajo la figura de la deuda, ni cabe convenirla en un gesto reactivo. Es más bien la actitud más afirmativa que estamos en condiciones de pensar. Por lo mismo, declararse responsable no es un imperativo cuya legitimidad última derive de ningún tipo de trascendencia. Antes bien al contrario, se pretende uno de los gestos seculares por excelencia. (Cruz, 2005, p. 143)
Figura adicional n. Jons Jacob Berzelius
El paradigma lavoiseriano, los átomos de Dalton, la electroquímica que permitió descubrir nuevos elementos reconocidos a través de la simbología propuesta por Berzelius, la separación que éste hizo de la química en orgánica e inorgánica, los pesos equivalentes, las leyes de los gases, los tipos de Gerhardt, las moléculas, los trabajos de Avogadro, la isomería, la valencia y muchas otras novedades y dificultades químicas se dieron cita en la fronteriza ciudad de Karlsruhe “En Alemania, cerca de la frontera con Francia. El lugar no se escogió al azar; se adelanta de alguna manera la integración cultural europea.” a principios de septiembre de 1860 en el Primer Congreso Internacional de Químicos “Que fue también el primero de cualquier otra disciplina.”.Figura adicional o. Amadeo Avogadro
Convocado por tres reconocidas personalidades de la época —Karl Weltzein, Friedrich A. Kekulé y Charles A. Wurtz— que ambicionaban, como Lavoisier años atrás, reformar y perfeccionar el lenguaje de la química “Kekulé, por ejemplo, tenía 19 formas diferentes de escribir ácido acético en un libro que estaba preparando”.La carta a través de la cual convocaron a 127 personas, 56 provenientes de Alemania, 21 de Francia, 18 de Inglaterra, ocho de Rusia y Polonia, siete de Austria, seis de Suiza, dos de Italia y uno de España, Portugal y México es muy clara.En ella se puede leer que la razón de ser de esta reunión era lograr superar (Bensaude-Vincent, 1997, p. 116) las profundas divergencias acerca de las palabras y los símbolos, que dañan la comunicación y la discusión, motores esenciales del progreso científico.
Fracasaron en su intento original pero salieron fortalecidos y compartiendo el paradigma que caracterizaría la segunda revolución (Kauffman, 2010). La química era una actividad pública europea que posteriormente perfeccionaría su lenguaje, a través de otros congresos y con la fundación de la IUPAC.
Figura adicional p. Friedrich August Kekulé von Stradonitz
Por otro lado, y a partir de la participación de Stanislao Cannizzaro en Karslruhe, las moléculas quedaron claramente diferenciadas de los átomos y Dimitri I. Mendeleiev, otro asistente al evento, construyó su famosa tabla periódica utilizando el ordenamiento de Cannizzaro, la valencia y los pesos atómicos. Muchas de las dudas teóricas se disiparon mientras que los avances industriales a partir del descubrimiento del colorante malva por William H. Perkin se aceleraban, particularmente en Alemania.El modelo universitario alemán que relacionaba estrechamente la investigación “pura” con la “aplicada” fue copiado por otros países de Europa. Así, la segunda revolución es testigo del final del químico amateur, para dar paso al profesional. La química fue la primera, entre todas las otras ciencias, en la que el trabajo experimental durante su enseñanza se volvió obligatorio. En ese momento en muchos países de Europa se instala la educación obligatoria y las escuelas empiezan a ser construidas y gestionadas por los gobiernos locales. Como lo indica Knigth (1992, p. 155)
Figura adicional q. Dmitri Mendeleiev
Probablemente durante el siglo XIX la química fue la ciencia más enseñada […] la química era útil para cualquiera ya fuera que se interesara en ciencia pura o aplicada; las industrias requerían cada día más y más personas con conocimientos de química. Para todos era claro que los químicos pensaban no sólo con el cerebro, sino también con las manos. PRINCIPAL REGRESAR