La autoestima: ¿te quieres a ti mismo?

“No valgo para nada”. “Todo lo hago mal”. “Nunca conseguiré lo que quiero”. Si te suenan estas frases, o algunas parecidas, seguramente tu autoestima no esté todo lo “sana” que te gustaría.

Como la propia palabra nos indica, autoestima significa “quererse a uno mismo”, algo que no siempre es sencillo de conseguir y que, por desgracia, no resulta tan común como pudiera parecer.

Ten en cuenta que la valoración que hacemos de nosotros mismos muchas veces va a resultar determinante para conseguir los propósitos que nos marcamos. Así, si ya desde un principio acometemos una tarea dando por hecho que no somos competentes para ella, muy probablemente no lo conseguiremos.

Pero lo peor no es eso. Mucho más grave resulta el caso de las personas que se autodesprecian profundamente. Para ellas, casi no merecen ser poseedores de su propia vida, dados los terribles errores que creen haber cometido en ella.

En numerosas ocasiones, es la educación que recibimos de nuestros padres y las relaciones que mantenemos con ellos las que suelen conducir a una baja autoestima. Así, si no nos sentimos queridos por ellos, damos por hecho que no lo merecemos. De esta manera, si no merecemos el amor de nuestros padres es porque algo muy malo hemos tenido que hacer, creándose así un círculo que llega a mantenerse en la vida adulta.

En otros casos, es nuestro propio entorno social el que nos hace pensar que no valemos demasiado. Es posible que jamás nos reconozcan nuestros éxitos, que se empeñen en recalcarnos sólo lo que hacemos mal y que acaben por convencernos de que somos malas personas.

De todos modos, seas cuales sean las circunstancias que nos hayan llevado a no tener una buena imagen de nosotros mismos, has de saber que es algo que tiene vuelta atrás. Así, si comienzas a entender un poco el contexto en el que aparecieron esos pensamientos negativos sobre ti mismo, quizá comiences a ver un poco mejor el por qué de las cosas.

Quizá te hayas cruzado en tu vida con personas que suelen despreciar a los otros, o simplemente con personas que no querían aceptar que fueses mejor que ellas en algo. Si a esto le unimos que existía en ti cierta vulnerabilidad ante estas afirmaciones y que acabaste por creerlas e incorporarlas a tu autoconcepto, tenemos el terreno perfecto para que brote una baja autoestima.

Por eso, empieza a valorar verdaderamente las cosas que haces bien. Si te hace falta, anótalas en un papel y busca ejemplos de cualidades positivas que seguro que posees. Y si además encuentras cosas malas, considéralas un reto por superar. Un reto para el que aún te queda toda una vida para conseguirlo. Seguramente pronto te darás cuenta de que esas “cosas malas” no eran realmente tan malas, ¿a que no?

foto|Evgeni Dinev