Revista 100% Verde

La barbarie de la impersonalidad en el lenguaje científico (I)

Por Raguadog @raguadog

En los últimos meses he tenido que escribir mucho. Como resulta evidente, no para este blog. Informes, artículos, una estancia en una empresa y trabajos para terminar mi máster han ocupado buena parte de mi tiempo. Esto último, el Trabajo Fin de Máster (y su normativa), es lo que me ha dado la motivación para escribir una entrada sobre la primera persona en la comunicación científica. Una entrada de denuncia y crítica inmisericorde, por supuesto. Hablar bien de los profesores está socialmente mal visto; únicamente lo hago en la intimidad.

El Trabajo Fin de Máster es, como cualquier original research paper que enviamos a una revista para su revisión y ulterior publicación, un trabajo de investigación. Un trabajo con su aplicación del método científico: sus hipótesis, su planificación de experimentos, su obtención de resultados y la discusión de los mismos. Un trabajo que desemboca en un documento científico con su introducción, su descripción del método experimental, su exposición y discusión de resultados, sus conclusiones y sus referencias bibliográficas. Lo típico.

Es pertinente que insista en que es un trabajo de investigación y no un documento técnico. Pues bien, entre las rígidas normas a las que debe ajustarse el texto, encontramos esta regla de estilo:

El trabajo debe ser redactado en pasiva refleja y nunca en primera persona, ni del singular ni del plural (por ejemplo, se realiza, se aprecia, se midió, se obtuvo, etc.).

SIC. En 2015. Estoy hablando de una asignatura de un máster nuevo, iniciado en el curso 2013-2014, por lo que la disidia a la hora de actualizar las normativas no es excusa.

Y no es la primera vez que se nos proscribe utilizar la primera persona. Ni la segunda. Ni la tercera. A lo largo de la carrera y del posgrado (la RAE y yo lo preferimos sin t), ha sido habitual que nuestros instructores manifestaran una aversión visceral hacia el uso de la primera persona en textos de carácter científico. Es curioso porque, actualmente, hay debate entre la elección libre de voz activa o voz pasiva, por un lado, y la preferencia por la voz activa y la primera persona, por el otro lado. La imposición de la voz pasiva es algo que no tiene sitio ahí. Es una postura contraria a la de las principales revistas científicas y al más elemental sentido moral: uno debe asumir la responsabilidad por una exégesis personal.

Lo bueno es que comprendo por qué se da esta circunstancia. ¡Lo entiendo! Por eso puedo rebatirlo. Si no, no escribiría una entrada y me limitaría a un insulto de menos de 140 caracteres por Twitter. De hecho, procedo a exponer los motivos de la preferencia por la voz pasiva:

1. ARGUMENTO. En primer lugar, el protagonista de la acción es el objeto de estudio, no el agente, particularmente cuando se describe un método experimental. Los crisoles se introdujeron en el horno. El acento, en este ejemplo, está en el hecho de meter los crisoles en el horno, y no en quién los metiera. Esta razón es la causa principal de que, a partir de los años 20 del siglo pasado, la primera persona se hiciera menos frecuente en el lenguaje científico.

1. REFUTACIÓN. La idea de poner el énfasis en el objeto sería plausible como recomendación. Pero su imposición y lo terriblemente frecuente que se volvió esta práctica en el siglo XX tiene que tener algún motivo más: sin duda, concepciones filosóficas discutibles, por las cuales el significado y la estructura son indisociables. Sin entrar en disquisiciones epistemológicas que no tendría sentido imponer en unas normas de estilo, la oración Los crisoles se introdujeron en el horno tiene el mismo significado que Introdujimos los crisoles en el horno. Además, incluso cuando esta oración es adecuada en voz pasiva, no ocurre lo mismo con verbos que implican una decisión: Se consideró que la presencia de bentonita no ejerce una influencia significativa sobre el régimen de flujo. ¿No sería mejor reconocer que eso es lo que consideramos nosotros, poniendo énfasis en el hecho de tomar una decisión?

2. ARGUMENTO. La pasiva es más precisa, más imparcial y más adecuada para transmitir el conocimiento de lo objetivo. Una oración en voz pasiva (refleja o perifrástica), en oposición a aquella que emplea la voz activa y la primera persona, expone el hecho sin dar lugar a opiniones, interpretaciones o visiones sesgadas del mismo. Al fin y al cabo, los deseos de un investigador nunca deben influir en los resultados que obtiene.

2. REFUTACIÓN. La voz de una oración es meramente una cuestión de estilo. Yo también puedo introducir mi sesgo personal y mis intereses económicos en voz pasiva, puedo exponer los resultados con objetividad en voz activa. Si Nestlé me paga para decir que el chocolate no está relacionado con el acné, lo haré en pasiva, que parece resultar muy convincente para no pocos incautos. Citando al profesor Randy Moore: La objetividad es una cualidad personal que nada tiene que ver con el estilo de escribir (la traducción es mía).

3. ARGUMENTO. El orgullo y la presunción son vicios horribles en un científico. Por humildad, hay que evitar el uso del pronombre personal yo y, por extensión, el uso de cualquier pronombre, determinante o verbo en primera persona del singular. Es preferible utilizar el plural de modestia, y es aún mejor recurrir a la pasiva refleja. Debemos evitar caer en oraciones como: Calculé la normalidad de la disolución de AEDT, obteniendo los resultados mostrados en la Tabla 3. Esos resultados no se deben a un mérito del autor, sino a las características del objeto de estudio.

3. REFUTACIÓN. De nuevo recuerdo al Dr. Moore, pero con mi propia paráfrasis: la humildad es una cualidad personal que nada tiene que ver con el estilo de escribir. Refugiarse en el plural de falsa modestia no solo no es humilde; es, antes bien, irresponsable. Especialmente en la toma de decisiones y en la discusión, debo ser transparente a la hora de reconocer mi autoría. Si soy yo quien realizó el cálculo, ¿no es eso un hecho? En modo alguno presumo: al contrario, asumo la responsabilidad. Ahora bien, puestos a presumir, yo sé presumir incluso en pasiva: La caracterización química de este material puede encontrarse excelentemente descrita en otra de las numerosas publicaciones del autor (Imparcial y Modesto, 2013).

Una vez he expuesto cuán frágiles son los argumentos que tratan de justificar la predilección por la pasiva refleja, el siguiente paso es defender la redacción en voz activa y, por qué no, en primera persona.

moore3

Profesor Randy Moore.

Para introducir la apología de la entrada II, no queda fuera de lugar una pequeña lección histórica. Podemos encontrar una reseña del pasado y un estudio de la situación actual en este artículo de Leong Ping Alvin: The passive voice in scientific writing.

En los siglos XVIII y XIX, así como a principios del siglo XX, la redacción científica no había renunciado al sentido común, dando preferencia a la escritura en voz activa. Durante la mayor parte del siglo XX, sin embargo, el uso de la pasiva se tornó en consenso, con la finalidad de centrar la oración en el objeto e ignorar al agente y su subjetividad. En un entorno dominado por esta consecuencia de exagerar el rol de la estructura gramatical en la teoría del conocimiento, algunos autores se salieron de la norma. El mejor ejemplo que se me ocurre es este maravilloso comienzo:

We wish to suggest a structure for the salt of deoxyribose nucleic acid (D.N.A.).

Esta oración simple, elegante, directa, en voz activa, suena como música celestial para cualquiera que sienta un mínimo de pasión por la ciencia. Por supuesto, es de Watson y Crick (1953) para Nature.

Watson and Crick

Watson y Crick en Cambridge.

En 1975, Kirkman denuncia el uso abusivo de la voz pasiva en un lúcido artículo de opinión en Physics in Technology. Por título llevaba That pernicious passive voice. El texto de Kirkman desmontaba (desmonta) todas las razones que alegaban los partidarios de utilizar la voz pasiva insistente y anodinamente. Ha de aclararse que el autor no pretendía abolir el uso de la voz pasiva, ¡al contrario! Se trata de escribir natural, clara y directamente, usando la voz activa y la voz pasiva cuando corresponda. Por supuesto, el uso de la voz activa primará, por las mismas razones por las que predomina en el lenguaje coloquial.

Actualmente, se ha hecho caso a Kirkman, se ha invertido la tendencia y el consenso es el contrario: abusar de la pasiva es confuso y pernicioso, y nada malo hay en comenzar un artículo como Watson y Crick –con Nosotros. Pero este consenso no parece llegar a ciertos lugares recónditos del planeta, v. gr. España, donde el personal docente de universidades prestigiosas cree que imponer el uso de la pasiva refleja sigue siendo una buena idea. Parece ser que algunos científicos huyen de la actualidad científica como Apple del impuesto de sociedades.

Para finalizar, traduzco unos extractos de las guías para autores de algunos editores y revistas no precisamente irrelevantes:

Nature prefiere que los autores escriban en voz activa (‘realizamos el experimento…’), ya que la experiencia ha mostrado que los lectores entienden con mayor claridad los conceptos y los resultados si se expresan directamente. –Nature

La tendencia a presentar textos científicos en voz pasiva está desapareciendo. – Wiley-Blackwell House Style Guide

Generalmente, los autores deben utilizar la voz pasiva, excepto en casos en los que el autor se desconoce o se centra el interés en el objeto de estudio. –  American Medical Association

Utilice la voz activa cuando sea posible. A los autores que abusan de la voz pasiva les pediremos que reescriban su artículo en voz pasiva. –  Journal of Trauma and Dissociation

Escriba en voz activa y use la primera persona cuando sea necesario. –British Medical Journal

El autor de esta entrada procederá a llevar a cabo la realización de más párrafos y traducciones sobre este tema en La barbarie de la impersonalidad en el lenguaje científico (II). No, no se ha vuelto loco; habla de sí mismo en tercera persona para resultar riguroso, imparcial y humilde.


La barbarie de la impersonalidad en el lenguaje científico (I)

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