Revista Cultura y Ocio

La bella Annabel Lee. Kenzaburo Oé

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La bella Annabel Lee. Kenzaburo Oé

     "Un anciano obeso avanza con pasos apresurados, en la mano izquierda lleva una barra flexible de resina, de color rojo y peso considerable. A su derecha camina un hombre robusto de mediana edad, también con una barra flexible, de color verde, en su mano. El anciano prefiere tener su diestra libre porque en cualquier momento deberá sostener al hombre de mediana edad, que puede perder el equilibrio a causa de la cojera de su pie. La pareja con sendas barras pasa de largo, haciendo caso omiso a los curiosos que los observan cuando se cruzan con ellos.
     Al tener que dejar la natación por la arritmia que le acaban de diagnosticar, el anciano (que soy yo) se animó a acompañar a su hijo en los ejercicios para corregir su cojera, siguiendo los consejos del entrenador, que le recomendaba caminar todo lo que pudiera."
     La experiencia de leer a Kenzaburo Oé es inolvidable por lo hermoso, por la mezcla, por lo distinto. Por eso no suelo faltar a sus citas y ya voy conociendo algunas de sus querencias, que hoy intentaré dejar escritas. Hoy traigo a mi estantería virtual, La bella Annabel Lee.
     Decir, en primer lugar, a quien conocemos en esta novela, podría parecer fácil, pero hay también que desentrañar los misterios de la línea que separa realidad y ficción en ella. O tal vez no haga falta y eso sea lo menos importante, pero sí hay que saber que no es todo del todo cierto ni tampoco es totalmente mentira. No obstante conocemos al propio Kenzaburo Oé, protagonista y narrador de esta novela, que pasea en las primeras líneas junto a su hijo Ikari. Oé ha dedicado su vida no solo a escribir, también a cuidar de su hijo, hoy ya un hombre adulto y con una sensibilidad especial para la música, que nació con lesiones cerebrales. Y juntos van paseando, cuando se produce un encuentro nada fortuito con Komori, a quien no veía hace treinta años, tiempo en el que este último se ha convertido en un productor cinematográfico reconocido. Ambos comienzan a hablar mientras Komori recuerda a Sakura, actriz que protagonizara siendo casi una niña la adaptación cinematográfica del poema de Edar Allan Poe llamado Anabel Lee. Komori va convenciendo a Oé de que se involucre en un nuevo proyecto mientras comienza a repasar estos años de ausencia en los que él no se ha separado de Sakura que parece arrastrar un trauma referente a dicho rodaje.
     Simplificando mucho, y sin querer aportar más datos al menos de momento, este sería el argumento de la última novela de Kenzaburo Oé, en la que rinde un homenaje al poema de Poe, que existe, y mezcla realidad y ficción en los tres momentos temporales en los que ha decidido fijarse. De la juventud a Annabel Lee y deteniéndose en el momento actual de la narración, despliega sus artes para lograr un impacto visual cargado de sensaciones que el lector recibe sin apenas darse cuenta. Son particularmente intensos los momentos en los que habla de sí mismo ya anciano, esa secuencia de fortaleza de quien es consciente de ser necesario a cualquier edad, por un hijo del que no se separa. Casi una herida latiendo en cada letra cuando se pone en boca de su amigo el recuerdo de una caida, un ataque, una protección feroz hacia su hijo. Y seguimos sin haber avanzado más de un par de páginas, pero ya hemos descubierto lo que es leer a Oé.
      El nuevo proyecto en el que embarcan al protagonista irá mezclándose con los intereses personales de Oé, cambiando y entusiasmando a una Sakura que irá recordando aquel trauma oculto.Y es que Sakura, esa mujer a la que Komoro nunca ha dejado de mirar o casi tutelar en la sombra, se perfila a grandes ratos como el andamiaje sobre el que se articula la novela, aunque eso solo sea cierto cuando le convenga a su autor.
      Todo esto que puede parecer complejo, Kenzaburo lo simplifica a la vez que mantiene firme esa voz que lleva una narración dinámica en la que, aunque descubramos alguna sorpresa antes de tiempo, no dejaremos por ello de disfrutar del estilo del autor. Tocará además temas ya conocidos en él como son los momentos sociales, la moral, la lealtad y la amistad, dotando a la historia con todo esto, de una especial sensibilidad a la que el lector no puede ser inmune.
     Ayer hablaba de un Premio Pulitzer y hoy traigo a un Nobel, parece que sí son importantes los premios más allá de las críticas que generen.
     Y por cierto, ahora que ya estamos con la resaca del Día del Libro, ¿qué libro os llevasteis a casa?
     Gracias.

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