Llamamos biblioteca familiar al sitio o lugar especial de la casa donde guardamos los libros que los miembros de la familia consultan con frecuencia para satisfacer sus necesidades de conocimiento.
Esta biblioteca puede llenar desde un solo estante o librero hasta una habitación completa, dependiendo del gusto que por la lectura tengan los miembros de cada familia.
No faltará ahí una buena selección de libros para niños que hablen de su seguridad y su mundo; para jóvenes, sobre sus problemas y desarrollo, y para los padres, con información sobre su oficio, gustos o intereses. Tampoco habrá de faltar un buen diccionario para consultar el significado de muchas palabras.
La adquisición de estos libros dependerá desde luego de la capacidad económica de cada familia, pero por lo general se pueden obtener obras muy baratas en las llamadas ventas de cochera, en las librerías de viejo, en los intercambios de regalos e incluso por donativos. Todo es cuestión de que los demás se enteren que a uno le gustan los libros, para que éstos lleguen a nuestras manos en el momento menos esperado.
En anterior artículo hablamos de que necesitamos un lugar adecuado para leer con la mayor tranquilidad en una hora determinada, y bien puede servirnos para ello el sitio de la casa que hemos destinado a biblioteca, donde también conviene contar con una mesa de trabajo o escritorio, y si es posible, una computadora con Internet para bajar libros digitales que abundan en la Red y que suelen ser gratuitos.
Incluso hay programas especiales para ordenar las bibliotecas digitales por título, autor, género, materia, empresa editora, etcétera, lo que facilita enormemente su consulta.
La utilidad de una biblioteca familiar en el desarrollo educativo y cultural de cualquier persona está ampliamente demostrada. Un estudio internacional realizado entre 70 mil casos de 27 países concluyó que una biblioteca familiar garantiza un periodo de escolarización tres años más extenso que en los casos en que no se posee. En otras palabras, alguien que apenas terminó la primaria, puede ofrecer un nivel cultural de secundaria si cuenta con una pequeña biblioteca en su casa, a la que acuda con frecuencia.
Como ven ustedes, lo primero es adquirir el hábito de leer. Lo demás es un proceso que se va dando prácticamente solo. Si hemos adquirido libros, porque nos gustan, tenemos que guardarlos, a medida que llegan, en un sitio especial de la casa. Este sitio es la biblioteca que habrá de acompañarnos el resto de nuestra vida.
Artículo publicado en la Revista México Rural, de circulación nacional, en su edición de marzo de 2014.