Da un poco de miedo, ¿verdad? O al menos, respeto. Yo confieso ante Dios Todo Poderoso que todavía no me había atrevido a cruzar el umbral de tan importante institución pero no sólo no me arrepiento de haberlo hecho sino que repetiré en cuanto haya nuevo tema interesante. Enseguida os cuento qué fui a ver pero antes os dejo la historia del edificio, que estando ya escrita en una placa, ¿para qué os la voy a repetir?
La entrada es libre -nadie os obliga- y grauita -nadie violenta vuestra cartera-. No sabéis lo a gustito que se está dentro del recinto, en pleno corazón de Madrid y con bancos y sillas a tu disposición para leer un rato, tomar un poco el solete e ir "sofronizándote" y adquiriendo la valentía necesaria y suficiente para entrar en majestuosa y colosal edificación.
Pocos seres humanos y ningún humanoide.
Ataviada con top de Trakabarraka en rosa, beige y salmón, vaqueros de campana de Citizens of Humanity, bolsito Louis Vuitton de denim rosa, blazer de rayas de Tommy Hilfiger y Ray-Ban azul manchego.
Antes de entrar os recomiendo que miréis y admiréis el edificio, sus bellos detalles y sus sorpresitas. Dan ganas de quedarse aquí a vivir. No sería un mal emplazamiento como vivienda ni una mala compañía el contenido de esta sabia casa. Eso sí, no te dejan hablar alto, costumbre típica española que llevamos allá por donde vamos, y os advierto que podréis sufrir reprimendas si exteriorizáis algún tipo de alegría o subís el tono de una distendida conversación.Al ladito está el banderón de la plaza de Colón, que no es éste, ojo. El otro ocupa unos cuantos metros cuadrados más.
¿Y por qué llegamos hasta este recinto? Pues porque nos habían colocado el señuelo de la exposición de los grabados de Durero y resto de compis de escuela y época, cuyos nombres no os voy a enumerar porque sé que os vais a saltar el renglón. Sólo os digo que hasta el 5 de mayo, aun quitándoos el sayo, podréis disfrutar de un puñado de obras excepcionales, de martes a sábado hasta las nueve de la noche y los domingos hasta las dos de la tarde.
No hagáis caso a esta foto. Ni se entra por la escalinata ni hay nadie con quien hablar por allí.
Nos encanta el Rinoceronte, la obra que publicita la expo. Dentro la podréis ver de cerca.
Alberto Durero (Nuremberg, 1471-1528) es el artista alemán más famoso del Renacimiento y todo un ilustrador gráfico de la época. Os encontraréis auténticas maravillas para ver muy de cerca. Si tenéis la vista cansada, acordaos de llevar las gafiñas porque merece la pena ver los detalles y no es plan de que suenen las alarmas cuando pongáis la nariz en el cristal. Y tranquilos, no os voy a aburrir con explicaciones sobre Durero -sí que estoy vaga hoy-, básicamente porque no tengo argumentos ni conocimientos. Vamos que no tengo ni idea y además ¿para qué? Todo está perfectamente explicado en la muestra. Sólo os puedo decir que los grabados de Durero me encantan y tras ver esta exposición de su obra y la de sus colegas, me gustan más todavía. Lástima de cámaras y vigilancia... Si no, el título de este breve artículo sería: "Un Durero en mi casa" y el de mañana "Pies para qué os quiero"."La expresión suprema de la belleza es la sencillez", Durero. Curioso, ¿verdad?
La expo consta de cuatro partes, cronológicamente ordenadas, y lleva un buen rato verla pero se disfruta cada dibujito y su historia. Particularmente acabé exhausta pero feliz de haber visto tanta maravilla junta. Os aseguro que es una oportunidad única.
A las mujeres nos pone con barriga y culo caído. En fin...se lo perdonaremos.
Por supuesto, tenéis merchandising de la obra de Durero y de temática propia de la Biblioteca Nacional. Si hay algo que me gusta de ir a exposiciones es luego tirarme al shopping de cabeza porque todo allí parece estupendo, súper útil y "necesario". Otra cosa es al llegar a casa cuando los recuerdos frescos de las obras de arte ya se han difuminado y no sabes qué hacer con el tazón de marras o el marca páginas que pasa a engrosar el número un millón en tu casa. ¡Uf!Y nada más y nada menos, queridos lectores. Seguiremos explorando lugares insospechados y exóticos de la capital. Os dejo con esta bonita frase de Antonio Machado y su simpático busto que parece que mira reprobándonos lo tardío de nuestra visita. Don Antonio, tiene usted toda la razón. Se hace camino al andar y seguiremos haciendo camino.
¡¡Besos y muy buena semana!! Y mañana... ¡¡Feliz día del libro y felicidades a todos los Jorges!!
Sylvie Tartán.