Revista Cultura y Ocio
Tenga usted un día estupendo:
Ante todo, para vivir bien primero definamos aquello que llamamos vida para entendernos a lo largo del siguiente discurso. Vida es todo aquello que pasa mientras esperamos a que todo aquello que pasa, pase de una vez. Al menos desde una perspectiva humana como tal, una perspectiva que entiende que puede haber algo más de lo que hay, que no se conforma con un conocimiento subjetivo de las cosas, que necesita del dato objetivo, y del análisis completo de las circunstancias en las que se encuentra para prever lo que sucederá próximamente, sin si quiera entender lo que sucede en el momento mismo del suceso. Es por ello que nadie en su sano juicio ha prestado atención a aquello que sucede, puesto que la creencia de que podemos conocerlo y controlarlo todo está tan arraigada, que el valor de las cosas pasa a un segundo plano. Sin embargo, resulta de suma importancia la cantidad y mesura de las mismas para, como vengo diciendo, a través de cálculos numéricos (insostenibles desde que el círculo no es nunca un círculo sino un huevo) hallar predicciones en las que preocuparnos mientras dejamos la vida pasar de largo.
Una vez que tenemos claro (como seres humanos racionales que somos) lo que es la vida, ha de aclararse que esto puede llevarse de varias formas: tantas como seres humanos existan.
No se abrume el lector ante la infinidad de posibilidades que esto supone, puesto que la capacidad humana es tan grande, que es posible reducir todo esto a dos modelos simples y, de forma objetiva, ideales: Vivir bien, y vivir mal.
Vivir mal, todo el mundo sabe. Es por ello que no subestimaré a nadie explicando este modelo de vida. Vivir mal es la experiencia cotidiana de la inmensa mayoría de las personas, lo cual paradójicamente es incomprensible dada nuestra capacidad para comprenderlo todo. Sin embargo, vivir bien ya es otro cantar (entiéndase metafóricamente).
Para vivir bien se siguen una serie de simples preceptos ampliamente estudiados a lo largo de la humanidad con el objetivo de poner fin a la paradoja explicada con anterioridad. Paso pues a enumerar las premisas de la buena vida que, lógicamente, se distribuyen a lo largo del día y son de aplicación común a todos los seres humanos (entendiendo como tal, los varones caucásicos del occidente capitalista).
1º.- Madrugue. Procure no amodorrarse largo tiempo entre las sábanas pues incurriría usted en un estado de desatención de la vida y el entorno. Es necesario que sea consciente de su situación y se aplique en seguida en alguna tarea productiva y repetitiva, por lo que se recomienda tener a mano un despertador sincronizado e irritante que le saque con presteza del estado de evasión de la realidad tal y como la conocemos.
2º.- Ordénese. Una vez consciente de su vida y el control que ejerce sobre ella, no sea descuidado consigo mismo. Es conveniente que coloque todos los aspectos que le rodean y conforman en su sitio. No, obviamente, en el sitio que ocupan en el momento de la realización de que es necesaria su colocación, sino en el sitio que deben ocupar para una buena vida. Con esto me refiero a que, nada más entrar en estado de consciencia vital, cepille sus dientes, coloque sus cabellos de manera ordenada, se vista de manera adecuada para las labores del hogar, permita que una aleatoria corriente de aire de intensidad variable recorra todos los recovecos de su hogar (solo hasta que todo esté correctamente ventilado, ni un segundo más) y por último, erradique cualquier presencia (por microscópica que sea) de animalidad, o vegetación.
Es conveniente prestar la máxima atención a la hora de ejecutar cada una de estas acciones, de modo que no vuelva usted a entrar en un estado de evasión mental o distracción. El objetivo de estos preceptos es conseguir un control absoluto y permanente de la vida para hacerla buena.
3º.- Desayune. Tueste dos lonchas de pan y unte mantequilla de manera uniforme en cada una de ellas. Procure hacerlo encima de alguna superficie limpia, ya que un descuido en la atención puede provocar la caída de una o de ambas tostadas de forma que siempre caigan (como los gatos) del lado más sensible de ser ensuciado. Caliente su café como máximo dos minutos a potencia media, evitando así que hierva. Lea el periódico mientras toma el café. Lea solo títulos y subtítulos (pies de foto como mucho) de manera que obtenga usted la necesaria información al mismo tiempo que se evita la distracción. Una vez concluido el grueso del diario, no se entretenga en las páginas de contactos o pasatiempos, dóblelo cuidadosamente, agüe su taza para evitar olores, y atuse su imagen con delicadeza y sin demasía para lo que resta de día.
4º.- Ocúpese. Trabaje, estudie o dedíquese a alguna actividad productiva. Hemos de ser cuidadosos aquí. Es necesario que la actividad seleccionada sea repetitiva, lógica, predecible, y dure entre ocho y catorce horas del día. Adviértase que las características mencionadas pueden inducir un estado de automatismo en las acciones que llevará a la distracción y a la evasión de la realidad. Este es un mecanismo natural y animal del cuerpo, por lo que debemos reprimir toda sensación en este sentido y evitar ser arrastrados al espacio vacío de pensamiento y control. Así pues, aplíquese con intensidad en la labor, pensando y sintiendo en cada momento el absoluto tedio y aburrimiento que produce. No se preocupe por estas sensaciones que al principio pueden resultar molestas, con el tiempo se acostumbrará a ellas, lo que le permitirá una perpetua consciencia de su lugar en la realidad.
5º.- Coma. Pese a nuestra condición de seres humanos, aún no hemos podido arrancarnos del todo nuestro origen animal por lo que necesitamos alimento cada cierto tiempo de manera que podamos continuar con nuestra buena vida. Esto no debe mermar nuestra voluntad, o reducir la aplicación de los preceptos. Si es posible, hágalo en su lugar de trabajo o estudio, de otro modo el traslado hasta el hogar u otro sitio de restauración puede producir distracciones imposibles de predecir. Si ha usted de tratar con otros individuos durante el proceso de ingestión, salude de manera cordial y haga caso omiso de conversaciones triviales, filosóficas o contrarias a estos preceptos. Haga uso de los titulares del periódico para mantener la charla de modo que ésta no llegue a ningún sitio, ni a ninguna conclusión de transcendencia que, encontrándose fuera de estas premisas, será absolutamente incierta, ciertamente. Tras ello, evite a conciencia cualquier volunto de descanso o siesta; la mejor manera de hacer la digestión es ocupándose de inmediato a la labor interrumpida.
6º.- Hogarícese. Dado el volumen de trabajo u ocupación, es muy poco probable que disponga de algún tiempo libre, pero de ser así, contrólelo. Una vez terminada la jornada laboral, regrese de inmediato a su hogar. Los espacios abiertos y la sociedad que los ocupan no son seguros. Si aún así siente la irrefrenable necesidad de entablar relaciones con alguien del sexo opuesto hágalo siempre con precaución, sin salirse del cauce establecido (manténgase al tanto de las siguientes publicaciones para una detallada explicación de éste asunto) sin dejarse llevar por sentimentalismos ni pasiones. Mantenga siempre una relación racional, en lugares cerrados como garajes, sótanos, bodegas, o buhardillas. Evite por todos los medios los largos paseos por la playa, las cenas románticas en restaurantes, la visión de películas cinematográficas en salas previstas para tal fin, o los besos y caricias innecesarias. Durante el acto, no se distraiga con los botes de los posiblemente voluptuosos órganos corporales o los sonidos pronunciados por la compañera en cuestión. Repita mentalmente “Introducción, extracción” al tiempo que acompasa su respiración al movimiento, que será monótono y rítmico, sin sobresaltos ni variaciones hasta la propia conclusión. La de su compañera carece absolutamente de importancia.
7º.- Descanse. Pero antes de hacerlo, cene, para lo que habrá de seguir los mismos pasos que en el 5º precepto. El descanso supone la fase más comprometida del día del buen vividor. Es la que más espacio ofrece a la distracción, lo cual es inadmisible. Se trata de espacios inocupados de relajación corporal y vacíos de pensamiento que, muy fácilmente, llevarán al individuo al estado de evasión. Así pues evite por todos sus medios caer en estos tiempos. La tarea en apariencia compleja no lo es tanto si aplicamos las premisas que venimos tratando. Una vez cenados, no dejaremos espacio a la distracción ocupándonos de nuevo, como al principio del día, en la colocación de nuestro alrededor y de nosotros mismos. Una vez que todo esté en su sitio, procederemos al descanso como tal. Boca arriba sobre el lecho respiraremos profundamente controlando cada inspiración y cada espiración. De forma súbita e incontrolada alcanzará usted el estado del sueño. No se preocupe ni se altere. Es aquí donde la parte animal de nuestro Ser intenta expresarse de los modos más aleatorios e indefinidos. Esto durará poco. Cuando suene el despertador recuerde recuperar de inmediato el control de su vida, y de seguir de nuevo ésta lista desde el precepto número uno.
Si aplica usted con éxito todos los puntos observará como su vida irá ajustándose poco a poco al sistema del bienestar y de la vida buena, y así la de sus congéneres, pues usted mismo servirá de ejemplo. De esta manera la única preocupación que habrá de tener es la de preocuparse de mantenerse preocupado, resultando como solución a la paradoja de la incomprensión vital la contradicción de vivir sin vivir la vida.
Esperando que le sea de ayuda.
Paulus M.
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