Al igual que la anorexia, la bulimia es otro de los trastornos de alimentación más graves que existe. En este caso, la persona siente una irrefrenable necesidad de ingerir gran cantidad de alimentos (normalmente grasos) en muy poco tiempo.
La clave de este cuadro es la pérdida de control, de manera que una vez que se inicia el atracón resulta muy difícil detenerlo. Suele ser el dolor abdominal unido a un intenso sentimiento de culpa el que acaba con el episodio.
Pero el ciclo no acaba aquí, pues la mayor parte de las bulímicas (la gran mayoría son mujeres) termina realizando conductas compensatorias inapropiadas para no engordar. Las llamadas restrictivas harán un ayuno intenso unido de ejercicio físico, mientras que las purgativas usarán el vómito para controlar su peso.
No olvidemos que, al igual que sucede con la anorexia, aquí también existe un miedo intenso a engordar. Para distinguir entre ambos, comentar que suele ser la impulsividad la característica más definitoria de la bulímica, en contraposición a la rigidez y el carácter estricto de la anoréxica.
Para superar este problema, decir que el tratamiento cognitivo-conductual ha dado muy buenos resultados, ayudando también en otros trastornos del área de la alimentación.
