Revista Opinión

La Cabeza de Boabdil.

Publicado el 28 septiembre 2013 por Cspeinado @CSPeinado

La Cabeza de Boabdil.

Foto de Internet. Se empieza desencadenando al moro...

Hace tiempo que uno quería dedicarle un artículo a esa base de perdición del Estado occidental que se supone que nos ha costado quinientos años en construir y que nos vamos a cargar, vía moraco, en menos de cincuenta años. Más o menos cómo el resto de Europa. Una especie invasiva y ruín, perniciosa y tóxica y no exenta de caradura que, en el nombre de la Tolerancia y la Igualdad que no se aplican así mismos, van recabando apoyos, escalando posiciones y ganando pequeñas batallas en lo que se consideraría naderías pero que, en conjunto, suponen la Reconquista, pero al revés, de abajo a arriba, de forma silenciosa y con una sonrisa falsa que más será nuestra perdición que entendimiento serio y sincero. Ya lo dijo el Coronel Gadaffi y no se equivocaba. Ellos nos conquistaran sin disparar un sólo tiro. Sólo tienen que ir aprovechándose de nuestras leyes y su superior capacidad demográfica. El resto es paciencia y ver cómo Occidente se debilita en su propia complacencia.
Escudos con el Moro encadenado.
Hace unas semanas que quería escribir algo sobre todo lo que el árabe medio, más comúnmente moromierda, está haciendo por nuestra sociedad. En sí, ninguno de ellos puede hacer nada bueno pues su religión no es integradora sino exclusivista. Ahora mismo más de mil estarán pensando que sóy un retorcido xenófobo y, al igual que valoro en positivo las culturas hispánicas, aborrezco con toda mi alma una especie, la musulmana que, en recíproco me odia a mi por ser occidental, cristiano y gozar de una libertad que no garantiza un libro cómo el Corán. Ahora mismo, mientras lee éste artículo, miriadas de éstos parásitos se mueven por los Asuntos Sociales de toda España consiguiendo, es fácil de comprobar, alimentos, vivienda, libros de texto, ropa y renunciando a trabajar con una nómina pues es evidente que se gana mucho más trabajando en negro, aprovechándose de todas las dádivas que el Estado otorga y que éste financia con nuestros impuestos.
Quizás lo que me haya motivado a soltar las puyas que llevo dentro contra esos seres que reivindican la Libertad de Cataluña o su propia igualdad de culto ( Que no es tal, sino que no están contentos hasta que su Fé está por encima de todas las que haya en el lugar donde se ubican) mientras encierran a sus mujeres bajo un Burka o el Niqab, que masacran cristianos con la misma facilidad que caradura tiene de ir a llenar el carro en Cáritas mientras el machomen de la familia está ganando en negro en cualquier trabajo o que te miran con condescendencia seguros de que nuestro tiempo ha pasado y que el Mundo tiene que irse preparando para una nueva era de Oscurantismo basado en los ideales del pederasta Mahoma, es el hecho de que nuestros Ayuntamientos vayan plegándose a los deseos de las comunidades muculmanas que lejos de integrarse están plantando cara a un sistema buenista que se cae, evidentemente a pedazos. El hecho de quitar el cadenón a la imagén heráldica de Mahoma sita en muchísimos escudos de poblaciones andaluzas es un síntoma de que ni orgullosos de nuestra Historia estamos.
No más, pero tampoco peor.
El hecho tácito no es quitar o dejar el cadenón. Es abrir la caja de los truenos. No hace demasiado tiempo que en algún lugar, en algún instituto, el islamismo consiguió doblegar al consejo escolar y que los adornos de Navidad no se pusieran por ofender la religión de dos o tres de esos vectores estratégicos que, con suerte, reventaran en Afganistán y sin suerte lo harán por aquí, en cualquier tren de España. Señores. prefiero mil negros subsaharianos en los semáforos que además no van llorando por todos los Servicios Sociales del país que esa especie que se nos está colando con la única consigna de exterminarnos. El que me acuse de ignorancia ya sabe que pienso, el que lo haga de xenofobia sólo deseo que vaya a predicar a la Franja de Gaza y el que lo haga de cualquier otra cosa le diré que estoy en mi país, que no pienso ceder un ápice y que si hoy le han quitado la cadena a Boabdil de los escudos, el día de mañana veremos, por gracia de la Heráldica, algún cristiano decapitado.

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