Revista Cultura y Ocio

La campana de Gauss

Publicado el 12 enero 2013 por Dean
La campana de Gauss
La mayoría de la población entra en la media y en los extremos quedan los desadaptados, los anormales, digamos que los genios y los defectuosos; en términos estadísticos, los que no están en las colas o picos, son considerados normales. La política funciona como una máquina que manejan algunos (unos pocos) para que otros (la gran mayoría) hagan su voluntad. A través de la historia se ha demostrado como la política es la actividad del privilegio; las monarquías han sido la máxima expresión del abuso del poder; con los privilegios nació la corrupción, que se ha convertido en una labor cada vez más sofisticada, y que ha prosperado grandemente en los paises menos desarrollados mientras que ha sido posible controlarla en los paises con altos índices de progreso como Japón o Finlandia.  El otro poder, el económico, ha superado al político y se ha hecho global, las decisiones que se toman en un lugar y dan buenos resultados económicos, se extienden a todo el orbe; el mundo también tiene un comportamiento normal, y en la media entra la inmensa mayoría; en los extremos quedan unos pocos como Cuba o Venezuela y el mundo los ve como defectuosos. 
El romanticismo en la política, muy propia de revolucionarios jóvenes e idealistas, cree que se pueden tomar muchas decisiones colectivas por consenso y de manera democrática, pero nada más lejos de la realidad, ya que eso implicaría el apoyo de la mayoría, pero la mayoría les considera anormales, desadaptados, ilusos o soñadores y desde luego no les apoya. Para obtener el apoyo popular hay que parecerse al pueblo, ser el príncipe del pueblo si es preciso, o por el contrario, ser muy poderoso y rico para que muchos -por el fenómeno de imitación- se hagan tus seguidores; es como en el deporte, cuando un equipo destaca es cuando más gente quiere hacerse su seguidora; es el instinto de supervivencia, la evolución darwiniana, y lo contrario es romanticismo, vana ilusión. Me voy ahora mismo al kiosko de la esquina a comprar el Marca, y la revista Pronto para mi mujer, no vayan a considerarme anormal.
La campana de Gauss  

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