Revista Sociedad

La campana de Pyongyang

Publicado el 04 febrero 2014 por Tiburciosamsa

Las dictaduras totalitarias son unos lugares muy curiosos. Pasan los años sin incidentes remarcables y de repente ocurre algún incidente inesperado que cae como una bomba y que tiene a los expertos rascándose la cabeza y preguntándose cómo deben interpretarlo. Esto fue lo que ocurrió precisamente en Corea del Norte el pasado 12 de diciembre cuando Jang Sung-taek, tío de Kim Jong-Un y Vicepresidente de la Comisión de Defensa Nacional, fue ejecutado.

Cuando Kim Jong-Un llego al poder a finales de 2011, los analistas estimaron que, dado que el proceso de sucesión había sido tan acelerado por la enfermedad de Kom Jong-Il y no había dado tiempo de formar a Kim Jong-Un, en sus comienzos se vería obligado a depender del círculo interno de gerontocratas que ya habían jugado un papel bajo Kim Jong-Il y entre los que se contaba su tío Jang Sung-taek. La duda era si conseguiría afirmarse o se convertiría en una marioneta de ese círculo interno.El último año en Corea del Norte ha sido trepidante para lo que suele ser una dictadura y todo apunta a que Kim Jong-Un ha conseguido afirmarse y que una de las frases más escuchadas en el país ha sido aquélla de decía la Reina de Alicia en el País de las Maravillas: “¡Que le corten la cabeza!” Pasemos revista a la lista de caídos en desgracia, algunos de los cuales además de verse relegados han dejado de respirar. Uno de los primeros en ser purgados fue el General Ri Yong-ho, que era el Jefe del Estado Mayor del Ejército y al que algunos analistas habían tildado de “mentor” de Kim. En julio de 2012 los medios oficiales dijeron que le habían cesado en todas sus funciones en el Partido y en el Estado Mayor porque estaba malito. Circularon rumores de que hubo un enfrentamiento a tiros entre soldados enemigos y favorables a Ri Yong-ho, que se había tomado bastante mal su licenciamiento. Aunque como con todo lo que ocurre con Corea del Norte, resulta difícil determinar lo que sucedió, la presunción más probable es que el general Ri se encuentra en estos momentos visitando a sus antepasados y no piensa volver pronto. Le siguió el General Kim Kyok-sik, al que los analistas consideraban como un duro entre los duros. En el momento de la muerte de Kim Jong-Il era Viceministro de Defensa. En noviembre de 2012 fue ascendido a Ministro de Defensa y en marzo de 2013 ingresó en el Politburo. En mayo de 2013 fue sustituido por Jang Jong-nam, un general cincuentón, que mandaba el Primer Cuerpo del Ejército y que se gano la admiración de Kim Jong-Un cuando en una visita a su unidad, le dijo que si le ordenaba atacar, convertiría Corea del Sur en un valle de muerte. Hay metáforas que bien valen un ascenso. Kim Kyok-sik fue nombrado entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, un puesto con mucho mayor poder real que el de Ministro de Defensa. Pero, de repente, a finales de agosto le dieron la patada, según algunos como consecuencia del asunto del barco norcoreano con un alijo de armas que pillaron en Panamá. Lo reemplazó Ri Yong Gil. No he conseguido descubrir si Kim Kyok-sik sigue practicando la saludable costumbre de respirar.Éstos son los cambios más significativos. Según algunos analistas, en los dos años que lleva en el poder Kim Jong-Un habría reemplazado al 44% de los principales cargos del Ejército, el Partido y el gobierno. Y purga va y purga viene, Kim Jong-Un se habría llevado por delante hasta a la cantante Hyon Song-wol, de quien se dice que fue novia suya, y a un grupo de gente del espectáculo por pornografía, adicción a las drogas y ser más sexies que él. Pero la purga más sonada de todas ha sido la de su tío Jang Sung-taek, de quien se esperaba en los primeros momentos que fungiese de cuasi-regente de su sobrino. En el momento de su caída Jang era el Vicepresidente de la Comisión de Defensa Nacional y tenía a su cargo los servicios de inteligencia, o al menos eso afirman los analistas. También afirman que algunos allegados suyos tenían posiciones de influencia, como Pak Pong-ju, que en abril recibió competencias en el terreno económico. Asimismo he visto que muchos lo han descrito como el número dos del régimen. Se equivocan. En las dictaduras totalitarias no hay números doses, sino sólo un número uno. Si alguien comete la temeridad de creerse en número dos en una dictadura, va de cráneo. De hecho el cráneo le dura encima de los hombros lo que un suspiro. Si puede que ni los analistas supieran a ciencia cierta cuáles eran el peso y la influencia reales de Jang, de las causas de su caída ya no hablemos. Pudo ser una vaga inquietud ante el creciente poderío de Jang (aunque dada la opacidad del régimen norcoreano lo mismo ese creciente poderío no existió más que en la cabeza de los analistas). Pudo haber sido por corrupción, acusación muy pertinente en las dictaduras, donde todos suelen estar pringados en mayor o menor medida. Pudo haber sido por mujeriego y putañero, algo que molestaría a Kim Jong-Un, que tendría una visión confuciana de la vida (no es mi explicación favorita, pero hay quien la ha sugerido).Mi explicación favorita tiene que ver con una historia que me contaron de pequeño: la historia de la campana de Huesca. Cuenta la historia que a la muerte de Alfonso I el Batallador, heredó la corona su hermano Ramiro II el Monje. Los nobles pensaron que con un monje en el trono, podrían hacer lo que les saliera de los perendengues y se dedicaron con ahínco a desobedecerle. Ramiro, viendo que la situación se le iba de las manos, mandó un mensajero a su antiguo monasterio para que pidiese consejo al abad. El abad por toda respuesta, le llevó al jardín, donde había un rosal. Con unas tijeras fue podando las rosas que sobresalían hasta que el rosal quedó todo igualado. El mensajero pensó que el pobre abad chocheaba, pero Ramiro captó el mensaje.Convocó a los nobles a su castillo, diciendo que quería mostrarles una campana que había fundido y que se oiría en todo el reino. Ahora fue el turno de los nobles de pensar que el rey chocheaba y allá fueron a Huesca a echarse unas risas a costa de la estulticia del rey. Una vez en el castillo, el rey fue haciendo pasar a los nobles más levantiscos a una salita, donde un esbirro los aligeraba de la cabeza. Colocó las cabezas en círculo y colgando del techo como badajo la del cabecilla de todos, el Obispo de Huesca. Entonces hizo entrar al resto de los nobles que efecticamente oyeron el tañido de la campana de Huesca.

En mi opinión algo similar ha pasado en Pyongyang. Cuando Kim Jong-Un llegó al poder muchos no daban un euro por su futuro, dadas su juventud e inexperiencia. Con paciencia Kim ha ido cortando las rosas que sobresalían y ahora con Jang Sung-taek ha dado con el badajo perfecto para su campana, la campana de Pyongyang. 

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