El próximo 3 de julio los thailandeses acudirán a las urnas a ver si finalmente encuentran salida a la situación creada por el golpe de estado de septiembre de 2006. Para que esta vez no se equivoquen como en diciembre de 2007, que votaron mayotariamente por el pro-thaksinista Partido del Poder Popular, el Comandante en Jefe del Ejército, el General Prayuth Chan-ocha ya les ha advertido desde el canal de televisión del Ejército: “Si dejais que los resultados de las elecciones sean los mismos que antes, no conseguiréis nada nuevo y no veréis que esta elección traiga ninguna mejoría.” Es decir, tíos no os equivoquéis y votéis al pro-thaksinista Phüa Thai, porque nos veremos obligados a dar otro golpe de estado y esas cosas cansan mucho y causan muy mal efecto en el extranjero.
Para ahorrarle ese trabajo, ya hay quienes están viendo la manera de llevarse por delante a la hermana de Thaksin y líder del partido, Yingluck Shinawatra, por vía judicial. Se trataría de acusarla de haber cometido perjurio en octubre de 2008 durante la investigación sobre la fortuna de Thaksin. No sería la primera vez que los tribunales les ponen palos en las ruedas a los thaksinistas. En agosto de 2008 forzaron la dimisión del Primer Ministro Samak Sundaravej porque su participación en un programa culinario en televisión violaba la Constitución (la primera vez que veo a los thailandeses tan meticulosos a propósito del respeto a la Constitución) y más tarde, en diciembre de 2008, ordenaron la disolución del Partido del Poder Popular por fraude electoral. Dos años después, por cierto, los tribunales fueron mucho más benévolos con el Partido Demócrata, que también estaba acusado de hacer cosas feas. A los demócratas no les ordenaron que se disolvieran.
Tal vez porque se huelan que da lo mismo lo que voten, que van a ser el Ejército, la élite bangkokiana y los tribunales los que decidan quién puede gobernar, hay quienes se han tomado las elecciones a chirigota.
Ha habido los “indignados” thailandeses que hacen campaña para que la gente no vote. Sus carteles son de políticos con cabezas de animales, que resultan mucho más simpáticos que los políticos con cabezas de políticos.
Chuvit Kamolvisit, quien hizo una fortuna a base de masajes guarros, se presenta a las elecciones. Ha prometido que luchará contra la corrupción y dice que sabe cómo hacerlo: “La conozco por dentro. Sé cómo sobornar.” Está bien un político que no necesite llegar al escaño para aprender cómo se dan y se aceptan los sobornos. En esta foto de su propaganda electoral vemos a Chuvit conduciendo, con cara de bajarse del coche y darle cuatro leches a ese motoristaz que le acaba de hacer una pirula. Hombre, no me parecería mal que se comportase así con los ministros corruptos que se encontrase si tiene la suerte de que le toque formar gobierno.
Sophon Damnui, que dirigió la Organización de Parques Zoológicos de Thailandia, se retrata en los carteles con un panda y bromea: “La gente pregunta por quién deberían votar. Por el calvo o por el de los ojos negros.” Por el de los ojos negros, sin duda. No puede gobernar el país peor de lo que está.