Revista Ilustración

La carta que no

Por Davidrefoyo @drefoyo
LA CARTA QUE NO
llegaban tus cartas abiertas y yo las necesito tanto
Los Enemigos
La ingenuidad murió el día que Walt Disney rechazó al dibujante que, años después, triunfaría en la Warner. Hugh Harman no pudo conocer el correo electrónico y tampoco el Whatsapp, tuvo que conformarse con un silencio prolongado. Cada vez que Harman trataba de localizar al viejo Walt, su secretaria, una joven sin estudios de un pueblecito de Houston, se excusaba diciendo que el señor Disney estaba al teléfono. Pasaron años hasta que Harman, convertido en estrella mediática de Warner Bross, pudo conocer por fin al señor Disney quien, apercibido de la fortuna amasada por su interlocutor haciendo dibujos animados, solo dispuso palabras de arrepentimiento. Harman no se dejó impresionar. Harman seguía siendo un tipo ingenuo que disfrutaba del estrellato. De las revistas. De las portadas del Time, pero Harman siempre se preguntó, incluso de viejo, a dónde llegaban las cartas que enviaba al despacho del señor Disney. Quién las abría. Si las leía alguien. O no. Quizá Disney disfrutaba dejándose querer por todos los dibujantes y aprendices del mundo, sin ser consciente de las oportunidades que estaba dejando pasar. Aquellas cartas sin respuesta. Aquellas llamadas interminables que impedían la comunicación. Warner Bross aprovechando el momento. Y Disney congelado.

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