Ayer comentamos la escena más importante que los Evangelios relatan entre Jesús y San Juan Bautista: su diálogo –con claras resonancias familiares- en los instantes previos al Bautismo del Señor y a la intervención de Dios Padre: “Éste es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido” (Mt 3, 17).
Lo veíamos en la película “El hombre que hacia milagros”, y tomando pie de la fiesta del nacimiento de S. Juan. Al escribir ese comentario, vino con fuerza a mi memoria el día en que tuve la fortuna de visitar la casa donde nació el Bautista, en el centro mismo de Ain-Karim. Sobre ella se levanta hoy una preciosa iglesia, en cuya entrada unas letras de bronce anuncian al peregrino en lengua aramea que el templo está dedicado a S. Juan Bautista. Podéis verlo en el montaje fotográfico que viene a continuación.
Debajo de la foto en el pórtico del recinto, otra fotografía muestra el nombre de la iglesia en los tres idiomas en que están rotulados todos los lugares santos en Israel: hebrero, inglés y árabe. A la izquierda, podéis ver el altar que, según la tradición, se levantó sobre el lugar donde nació el Bautista. Está situado en la cripta de la iglesia, y bajo el ara hay una estrella en mármol que recuerda el lugar exacto. Como veis, pude acercarme a ese punto tan emblemático y besar el sitio donde vino al mundo el Precursor. Si ampliarais la foto, podríais ver que está escrito en latín: “Hic Precursor Dominus natus est”.