En Science in School, un medio de comunicación europeo online entre profesores y científicos, el astrofísico francés Pierre Léna dice a la joven reportera científica alemana, Marlene Rau, “Creo que es importante transmitir (en la escuela) la idea de que la ciencia es una aventurahumanaycolectiva, no una actividad solitaria y nacional.” Pero para esto es necesario presentar en la escuela el aspecto atractivo de la ciencia, que no se reduce a fórmulas abstractas.
Pierre Léna da como ejemplo la explicación del fenómeno de la interferencia estudiado por Young, importante en la física cuántica, y dice “¿qué le parece si el profesor le dice a sus estudiantes que Thomas Young, cuando tenía 20 años, en un colegio de Cambridge al ver dos cisnes en un estanque, observó que se estaban formando olas – y se dio cuenta que aquellas olas estaban interfiriendo? ¿Y que esta observación contribuyó al principio de Young? Si este relato complementa la fórmula expuesta en la pizarra, la experiencia de los estudiantes cambia completamente. La ciencia es un proceso de pensamiento que se desencadena por admiración, emoción, sorpresa – y todo esto es lo que queremos transmitir a los chicos. Tenemos que hacer que este proceso no se extinga.” La ciencia es una aventura fascinante.
Sí, la ciencia es una aventura humana. El físico Pedro Miguel Etxenike lo dice también en una entrevista con Iñaki Beristain en la revista franciscana Arantzazu. A la pregunta ¿Qué hay que decirle a un joven para atraerle a la ciencia?, responde “No hay que decirle nada especial. Los profesores tienen que atraerles, dando ejemplo del aprecio de la ciencia y demostrando el atractivo de los temas que se tratan. Hay que explicarle que la ciencia es estéticamente bella, culturalmente importante y económicamente decisiva. El mejor profesor es el que despierta el afecto por el tema en los alumnos. Decía Einstein que es mucho más rentable el amor por lo que se hace que el sentido del deber.”Y la aventura sigue después en la universidad porque “las ciencias se nuclean en torno a las universidades”, dice Etxenike. “La ciencia es universal” afirma, y aunque los científicos son de un lugar concreto, “La ciencia tiene valores y es la primera actividad global que trasciende la raza, la patria, el género, el color, el origen social. “La ciencia es también un factor indispensable para el desarrollo de un país. Pedro Miguel Etxenike lo tiene claro, hablando sobre la ciencia en el País Vasco: “Cuando yo estuve en el Gobierno Vasco, se invertía en investigación y desarrollo menos de 0,1% del PIB. ¡Tremendo! Ahora se invierte 1,6 o 1,7%; lejos de los países punteros, pero más o manos como la media europea.” (Alemania está en el 2,8%...).
La importancia de la investigación científica. “Sin ciencia, sin investigación universitaria, solo nos espera un futuro instalados en la dependencia, una posición de retraso, en términos relativos, frente a sociedades más avanzadas”, afirma Iñaki Goirizelaia, rector de la Universidad del País Vasco, en un artículo en El Correo titulado: “Ciencia, tecnología e innovación: ¿hay algún doctor en la sala?” Para la investigación y la innovación de un país hacen falta doctores en ciencias. “Es hora de romper con inercias culturales que colocan al doctor, exclusivamente, en el ámbito académico”, dice el rector, “Una empresa que quiera ser competitiva internacionalmente debe tener presente la necesidad de contratar doctores y avanzar en el conocimiento en colaboración con la universidad.” La formación de doctores debe por lo tanto ser adaptada. “Colaboremos estrechamente (empresa y universidad) formando doctores que puedan desarrollar su labor en el mundo empresarial”, sugiere. Y quizás estos doctores puedan eventualmente seguir trabajando en la universidad y al mismo tiempo pertenecer a una empresa, sobre todo si la empresa no se puede permitir el lujo de disponer de un centro de investigación.
Aunque siempre habrá que importar tecnología, hacen falta personas para asimilarla y adaptarla, y si es posible, mejorarla o perfeccionarla. También en este caso, disponer de doctores significa “aportar valor añadido al quehacer diario de nuestra sociedad”, como opina Goirizelaia.