Revista Cocina
La comida es todo un placer, del cual se puede disfrutar con los cinco sentidos. Esta idea, tan difundida hoy día, esta presente a lo largo de todo el período medieval. Pero la comida es un elemento destinado al cuerpo, y este, de manera indisoluble, se encuentra unido al pecado.
La glotonería es acusada una y otra vez por los círculos eclesiásticos lo que nos indica la importancia del desarrollo de este pecado capital. Así, los usos alimentarios de la Plena y Baja Edad Media son más que llamativos.
Entre las clases altas nadie se priva de nada. La comida es un acto social, tal y como ocurre hoy, y hay una serie de alimentos solo a la disposición de estos grupos. La carne fundamentalmente la de caza mayor, es, quizás, el alimento principal de las mesas nobiliarias. Aderezadas con todo tipo de salsas este tipo de manjar es consumida en unas cantidades que hoy nos parecen escandalosas: las comidas del conde de Auvernia a finales de la Edad Media nos dan una idea sobre el tema, el buen hombre consumía ¡más de un kilo de carne de caza diario!. Y esto, como no, acompañado de abundantes cantidades de pan, más de un kilo también por lo que sabemos; y cerca de dos litro diarios de vino, bebida destinada a los nobles y que, normalmente, era de pésima calidad.
Estas cantidades pueden aparecer exageradas, pero es una tendencia común entre la nobleza . De hecho, muchos testimonios de la época nos señalan que llegaban mas personas pobres a viejos que lo que lo hacían los nobles (clara exageración literaria). A esto hay que añadir que aunque se comía en grandes cantidades el abuso de ciertos alimentos y la escasez de otros en las mesas de la aristocracia llevaba a que se desarrollaran enfermedades por falta de vitaminas y otras carencias alimentarias.
El clero no se queda atrás. Vasta con citar a Guillermo de Conques que en pleno siglo XII nos señala: “La mayoría de nuestros obispos remueven cielo y tierra para encontrar cortadores o cocineros capaces de preparar sabias salsas pero huyen de quienes se entregan a la sabiduría como si fueran leprosos”. Y frente a esto ¿Cómo comía el pueblo llano?. Pues, básicamente, mal y cuando podía. Las hambrunas eran frecuentes y las clases bajas tenían como base alimentaría las gachas y el pan. Este era un pan oscuro, derivado de cereales como la cebada, ya que el blanco, el pan de trigo, sólo era frecuente entre las clases altas. A esto se añadía, en contadas ocasiones, un suplemento cárnico como consecuencia de matanzas realizadas puntualmente.
En definitiva, el carácter medieval se refleja en los propios usos alimentarios. La desmesura propia de la nobleza se refleja en sus mesas mientras que la miseria y la monotonía es el plato imperante en las de los grupos no privilegiados.
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 13 enero a las 12:17
HOLITAAAA VEECINIIITAAAAAAAAA!
publicado el 06 agosto a las 11:28
es útil encontrar este tipo de infomación