Ya se ve por la poca distancia que media entre este libro y Pista Negra, que estoy bastante enganchado a la historia de Rocco Schiavone. Si hay un autor que me está provocando una adherencia similar a que en su momento me producían los tebeos de Mortadelo y las novelas de Marcial Lafuente, es Antonio Manzini.
En estos tiempos en los que ver la tele o el periódico provoca escalofríos, con dos psicópatas en la presidencia de las dos grandes potencias al mando de la manija nuclear y el planeta lleno de idiotas ofreciendo soluciones simples a todos los males , meterse en la historia de Schiavone es como un bálsamo, un particular santuario en el que refugiarse del mundo durante un rato.
Historia que, les recomiendo lean en orden, porque aunque cambien los casos que investiga con su natural cabreo y dejadez, trata sobre todo de la personalidad del subjefe (que no comisario), de los fantasmas de su pasado y de su muy mediterránea visión de la honestidad.