No recuerdo a mi abuela Carmen. Ella murió, de manera muy temprana a los 59 años, cuando yo solamente tenía dos años.
Era mi madrina y se reía mucho conmigo, pues por lo visto yo hacía muecas y me llamaba "la morritos" o la "insurrecta".
Era una cocinera espectacular. Siempre andaba enredada en la cocina, aunque era una mujer adelantada a su época y trabajó desde siempre. La ventaja era que tenía la oficina de teléfonos (en el bellísimo pueblo de La Granja de San Ildefonso, en Segovia, España) en su casa y podía atender ambas cosas.
Le encantaba la repostería y se acercaba al cercano Hotel Europeo a las cocinas, para aprender nuevas recetas y hacerlas en su casa.
Todas las mujeres de mi familia hemos heredado esa pasión por los fogones y seguimos cocinando sus recetas como ella hacía hace ya más de 80 años. ¡Gracias abuela Carmen por tu legado!
- 2 yemas de huevo
- 100 g de azúcar
- 1/4 L de leche entera
- 40 g de harina
- vainilla en polvo o esencia de vainilla (1 cucharadita)
En un cazo se montan las yemas con el azúcar (yo lo hago a mano, con unas varillas). Se añade la vainilla y la harina.
Se remueve todo a la vez que se va agregando, poco a poco, la leche.
Se pone el cazo al fuego no muy alto y se bate continuamente con varillas manuales hasta que espese la crema. En cuanto empieza a hervir espesa, no os preocupéis si parece que no espesa.