La Cronoviñeta: Kick-Ass (2008)

Ilustración de Matías Noel

¿A qué lector de historietas no se la ha ocurrido alguna vez atarse una capa a la espalda, tapar su rostro con un antifaz y trepar por los tejados de su barrio? Muchos conocieron el mundo de Kick-Ass a través de la película de Mattew Vaughn, defenestrada y alabada a partes iguales, pero lo cierto es que para comprender la historia de Dave Lizewski hay que leer el cómic realizado por Mark Millar y John Romita Jr.

El relato de Kick-Ass está construido a base de la mezcla perfecta violencia y humor negro, como lo demuestran sus primeras páginas, en las que un ridículo paladín de la justicia se estrella contra el pavimento después de saltar desde un tejado. El personaje principal, Dave Lizewski, funciona como un Peter Parker del nuevo siglo: tímido, inteligente, torpe con las mujeres y un auténtico imán para los problemas. Pero a diferencia de muchos héroes, que pocas veces se enfrentan con problemas reales, Dave demuestra lo complicado que sería convertirse en un defensor de la ley en la actualidad. Desde que se enfunda la capucha de Kick-Ass, sufre puñaladas, palizas y hasta el embiste de un coche. Todo por demostrar al mundo y a sí mismo que los héroes no existen solamente en los tebeos.

Así arranca un cómic en el que la sangre no falta nunca, sobre todo si Hit-Girl está cerca. Probablemente el personaje de la niña asesina sea uno de los más rompedores de los últimos años. Criada como una máquina de guerra, Hit-Girl  se gana la simpatía del público, pero también su compasión porque  no se puede omitir la simbología que esconde: el robo absoluto de la inocencia. El elenco lo completan su padre, Big Daddy, un ex policía frío y metódico con un parecido más que sospechoso a Batman; John Genovese, líder de los gángsteres; y su hijo, que bajo la identidad de Red Mist intenta demostrar su valía como futuro sucesor de la mafia.

Una técnica efectiva

Uno de los aciertos del cómic es presentar a los personajes a través de pequeñas dosis de impacto, una técnica que unida a los flashbacks, consigue enganchar al lector desde las primeras viñetas. Se agradece la pausa con la que se construye la historia y la presentación de personajes, en lugar de caer en la simpleza de frases epistolares y peleas absurdas que no llevan a ningún sitio. Aunque de eso también hay, pero más tarde.

Para muchos John Romita Jr. se ha convertido en el sucesor natural del mítico Jack Kirby. Lo cierto es que su particular manera de dibujar lo ha hecho único. Siempre se reconoce su estilo, indiferentemente del cómic que se abra. Quizás por este motivo, su trabajo en con Mark Millar no pasará a la historia, porque no aporta nada nuevo a su tradicional manera de ilustrar.

Kick-Ass es una historia de iniciación en la adolescencia, pero también al mundo de las responsabilidades, donde todos los actos conllevan consecuencias. El cómic invita a la reflexión sobre aspectos tan profundos como la pérdida de la inocencia, la obsesión por un objetivo y la locura más absoluta, pero sin dejar de lado uno de sus muchos objetivos: sacar una sonrisa al lector. A pesar de cumplir con todos los requisitos necesarios para ser solo un cómic de superhéroes, Kick-Ass traspasa la frontera para dejar una inquietante pregunta en la mente del lector: ¿cómo reaccionaría la sociedad ante la llegada de superhéroes de carne y hueso?