Revista Cultura y Ocio

La cruda verdad sobre los cuentos clásicos de Andersen, Grimm y Perrault

Publicado el 09 diciembre 2013 por Imosver

La cruda verdad sobre los cuentos clásicos de Andersen, Grimm y Perrault

Todos sabemos que los cuentos infantiles enseñan a nuestros pequeños, a través de moralejas y mensajes positivos, diferentes aspectos de la vida, gracias al uso de moralejas de las cuales pueden aprender.

Es el caso de los cuentos clásicos de Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm o Charles Perrault , que escribieron cuentos que hoy en día son tremendamente famosos gracias a las distintas adaptaciones que se han hecho de ellos, como por ejemplo La Sirenita, La Cenicienta, La Bella Durmiente, La Caperucita Roja…

Pero la cruda verdad sobre esos cuentos “infantiles” es que no tenían nada de infantiles, y es más, no eran nada adecuados para los niños. Vamos a enseñaros algunos ejemplos.

En el cuento de La Sirenita , endulzado actualmente, no se explica que en realidad la Sirenita no es correspondida por el príncipe y acaba suicidándose lanzándose al mar y convirtiéndose en espuma cuando éste se casa con otra.

El hada madrina de La Cenicienta nunca existió, tan sólo un pajarillo que le concedía deseos, y sus hermanastras no intentaban calzarse el zapatito por la fuerza, sino que una se cortó los dedos y otra el talón, llenando el zapato de sangre, y más tarde el pajarillo les picoteaba los ojos, dejándolas ciegas por mentirosas.

En cuanto a La Bella Durmiente, no despierta de un dulce beso de amor, sino que un rey casado la viola mientras duerme, y uno de los mellizos de los que se queda embarazada, al nacer, le succiona la astilla con la que cayó en el sueño. Además, la mujer del rey, al enterarse de la infidelidad, quiere comerse tanto a la Bella Durmiente como a sus hijos, aunque al final es ella quien muere.

¿Y la Caperucita Roja? En realidad es obligada por el lobo a comerse la carne y sangre de su abuela, a quien ya había matado, y en las versiones más optimistas Caperucita conseguía huir rompiéndose el tobillo para liberarse de los grilletes que le puso el lobo.

¿Qué os parece, son aptos para niños?


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