La deducción es un arte

Aunar todo lo que tenemos almacenado en nuestra mente para que nos dé una respuesta lógica parece sencillo. Sin embargo, en nuestra mente en un porcentaje muy alto ocurre lo contrario, esto es, que creamos argumentos para justificar una respuesta rápida basada más en la intuición que en el razonamiento. Nuestro cerebro es vago por naturaleza, no requiere grandes argumentos para conformarse y seguir con su labor cotidiana, y esa vaguedad influye en nuestra mente, que se deja llevar por tal procedimiento de análisis de la información. Empezamos esta segunda temporada con la intención de avanzar hacia la ruptura de los procesos que impiden que utilicemos la deducción como instrumento cotidiano y no como un proceso aburrido al que hay que apartar como un apestado del día a día. La deducción es un arte porque, como cualquier arte, requiere de un aprendizaje, de técnicas, de observación, y análisis interior para ser creada, porque la deducción se crea y no es un elemento que viene en el kit cerebral. La deducción no es lógica. Es la concentración de inteligencias múltiples dirigidas a descubrir lo imposible, y dejar al descubierto lo real, aunque parezca desconcertante. Es el viejo dicho, la verdad aparece cuando se elimina lo imposible. La deducción se basa en la eliminación de falsas apreciaciones emocionales. Por eso nos atraen tanto las historias de detective a lo Sherlock Holmes o Mrs Marple y Hércules Poirot, por la sorpresa y la intriga que conlleva la deducción analítica. Porque nos gusta que nos destripen lo que no somos capaces de ver; y por eso nos gusta la magia, por el engaño a nuestra egocéntrica percepción que cree que todo lo que ve es cierto.