[Este es el tercer relato sobre mi experiencia con el método Grinberg, para aumentar mi confianza. He decidido compartir mi proceso de aprendizaje a través de una pequeña serie, para que lo pueda recordar y para dejar referencias del excelente trabajo que realiza Iván. Aqui puedes leer los otros dos relatos.
Cada relato fue escrito el día posterior a la sesión, así que hay plasmado mi estado de ánimo en aquel momento.]
Al inicio del proceso habíamos definido cómo trabajar mi presencia y confianza en el ámbito profesional para que pudiera estar más relajada en mis presentaciones y en el contacto cara a cara con los clientes. El hecho de que durante las primeras dos sesiones trabajamos mi reacción y experiencia tras una ruptura sentimental se debe a que no se puede dividir el humano entre lo “profesional” y lo “personal”. El mismo cuerpo que comparte las experiencias y por lo tanto está todo conectado. El cuerpo tan solo divide las percepciones entre “peligro” y “no-peligro” (gracias a la amígdala), independientemente de si algo pasa en la vida privada o en la profesional. La forma en la que experimento un cambio repentino en mi vida privada puede ayudarme a entender cómo manejo situaciones críticas en la vida profesional.
¿Qué es lo que te da miedo?
Ivan me pide describir como preparo las ponencias que doy y le describo el procedimiento. Sé exactamente cómo prepararme, qué decir, cuándo decirlo y cómo guiar al grupo. La experiencia y la práctica hacen al maestro. Y de esta forma Ivan detecta miedo en mi cuerpo. Me señala exactamente las áreas donde los músculos se han puesto tensos sin que me haya dado cuenta. Toda la energía está concentrada en mi cabeza. ¿Pero qué es lo que me da miedo? A lo mejor al ser descubierto consigo que eso deje de ser una amenaza, al igual que desaparecen los monstruos debajo de la cama cuando encendemos la luz.
Iván empieza a masajear con fuerza mi frente para ayudarme a relajar mi ceño fruncido. A la mañana siguiente tendré agujetas aqui. No me pide que le cuente mis inseguridades, pero sí que escoja una y me concentre en ella para notar el efecto que tiene sobre mi cuerpo. La energía que utilizo al contraer mis músculos no estará disponible para utilizarla de forma constructiva.
Curiosamente, en reuniones entre amigos o cuando me piden una charla ad hoc sin preparación consigo inspirar y motivar a las personas, aunque “objetivamente” tengo menos control sobre lo que pasa. Porque no me importa lo que dirán, porque no dependo de la evaluación posterior y así me concentro mucho más en mi audiencia.
Concéntrate en tu cuerpo para poder concentrarte en lo que te rodea
Mi próxima meta será aprender a concentrarme más en mi cuerpo para poder detectar los cambios de atención. Y concentrarse en la sensación del cuerpo no es nada fácil. Mi mente se parece a un pequeño ordenador que está analizando algo todo el tiempo y ponerla en estado de hivernación para que se puedan enfriar los ventiladores no es cosa fácil. Pero también soy consciente de que la concentración en lo físico puede ayudar a frenar este mini ordenador para estar más presente en el aquí y el ahora. Siempre podré seguir analizando las ramificaciones después del evento.
¿Cuánto te queda hasta el colapso?
Estoy conociendo una nueva faceta a través de trabajo con el método Grinberg. Ahora entiendo porque tantos colegas ejecutivos llegan al colapso. No es que sean mal organizados, tan solo han ignorado las señales de su cuerpo. Pero las ganas y la dedicación para conseguir resultados extraordinarios en el trabajo no tienen que llevarte necesariamente a una crisis de estrés. ni hace falta que cuentes tu miedos a todo el mundo. Puedes seguir manteniendo tu postura para el mundo exterior, aprendiendo al mismo tiempo cómo conseguir con menos esfuerzo y más autenticidad.
[Esta es la tercera entrada de una serie sobre mi experiencia con el método Grinberg, guiada por Iván Andrade (Qualified Practitioner of The Grinberg Method). El relato fue escrito el día posterior a la sesión. Aquí puedes leer la introducción y la segunda sesión.]
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Imagen: Isidro Cea / flickr