Revista Cultura y Ocio

La economía Azteca o Méxica

Por Enrique @asurza

El conocimiento de la economía Mexica o Azteca es difícil por lo limitado de las fuentes que permiten cuantificar o medir de algún modo las distintas fuerzas que jugaban papel determinante en la producción. Así, por ejemplo, si hasta ahora hay enormes divergencias en los cálculos sobre el número de habitantes en el México prehispánico, habrá que aceptar que no es fácil precisar cuál era, en las distintas ciudades, pueblos, aldeas y regiones, el número de personas dedicadas a tal o cual forma de actividad productiva. Recordemos en este contexto que, entre los cálculos expresados sobre la población del área central (actuales Estados de México, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Colima, Jalisco, Guerrero y Veracruz), en tanto que unos hablan de sólo tres o cuatro millones de individuos, otros elevan la cifra hasta más allá de los veinte millones. Esto explica que sea asimismo muy problemático cuantificar un factor tan importante como el que se designa con el nombre de "potencial humano" en la producción.

Distribución de las actividades

Se dispone, en cambio, de mayor número de testimonios que permiten conocer las principales formas de especialización de quienes integraban esa fuerza humana de trabajo. Consta que existía una distribución de actividades en función del sexo. Así,al hombre correspondían las importantes tareas agrícolas y la mayor parte de las formas de producción artesanal. A la mujer, en cambio, tocaban los quehaceres del hogar, algunos nada fáciles como la transformación del maíz en masa para tortillas, lo que presuponía largas horas de trabajo con el metate. Hilar y tejer eran asimismo ocupaciones que competían a la mujer.

Especialización de las actividades económicas

Las fuentes permiten distinguir también especializaciones tales como las que correspondían a quienes se ocupaban en trabajos extractivos (pescadores, recolectores, mineros y otros). Asimismo muestran la existencia de grupos dedicados a la construcción (albañiles, canteros, carpinteros, pintores); a las industrias manufactureras (alfareros, canasteros, productores de esteras o petates, guaraches o sandalias, curtidores, etcétera). Existía una especialización artesanal, la de quienes producían objetos de índole utilitaria y de consumo general como papel, sal, instrumentos líticos y de madera, y la de aquellos que elaboraban artículos de lujo o suntuarios, principalmente para los miembros de la nobleza y el culto religioso. Entre estos últimos estaban los orfebres, los artífices de la pluma, los escultores, los que elaboraban los códices y los gematistas.
A la par que había estas especializaciones, la gran mayoría de los macehualtin, o gente del pueblo, dedicaba buena parte de su tiempo a la labranza de la tierra. Los productos que de ella obtenían les permitían su subsistencia, la familiar y la comunitaria, al igual que el pago de los tributos que correspondían al supremo gobernante, al culto religioso y a otros propósitos ligados con la administración pública.

Recursos naturales

Las fuentes -aunque en algunos casos proporcionan datos cuantitativos- son sobre todo de carácter descriptivo. Así, por ejemplo, al hablar de las tierras para la agricultura, aunque en ocasiones se mide su extensión, es más frecuente encontrar que se señale cómo eran y para qué servían.
La ausencia de animales domesticables, fuera del perro, fue en alto grado barrera al desarrollo de una tecnología más eficiente. Al no haber bestias que pudieran servir para la carga y la tracción, el empleo de la rueda se limitó a su aplicación en algunos juguetes.

Minería

Entre los recursos naturales se hallan los derivados del suelo y que pudieron aprovecharse a través de trabajos de índole minera. Entre los metales que tardíamente conoció el hombre prehispánico estuvieron el oro, la plata, el cobre, el estaño y, probablemente, en escala muy reducida, el plomo. Otros minerales que también se aprovecharon fueron el cinabrio (protosulfuro de mercurio), la calcita (carbonato cálcico), así como diversos colorantes minerales, varias piedras preciosas y otras de varias naturalezas, al igual que productos como el chapapote, o betún, empleado para fines medicinales y de adorno ceremonial.
Sobre la base de los recursos naturales -como los más importantes aquí mencionados-, la fuerza de trabajo, el potencial humano, llegó a la producción de una gran variedad de bienes, desde aquellos de consumo inmediato hasta los de carácter suntuario que ennoblecieron sus ciudades. Para lograr esto, las sociedades indígenas, y de modo especial los mexicas, llegaron a poseer un instrumental y una técnica.

Instrumental y técnica

A pesar de haber logrado grandes creaciones culturales en campos como el del arte, en los cómputos calendáricos y astronómicos, el hombre prehispánico no alcanzó a tener un instrumental calificable de muy desarrollado. No obstante esto, su instrumental fue, en muchos aspectos, bastante eficiente. Abarcó ante todo utensilios hechos de piedra (martillos, raspadores, morteros, etcétera), otros de pedernal, hueso o madera, como la coa o huictli, el palo que servía para las tareas agrícolas, y algunos, en menor número, de metal. De estos cabe mencionar las hachas de cobre.
Las técnicas de producción suponían el descubrimiento de procedimientos adecuados para realizar los distintos trabajos (entre ellos los de construcción de edificios, extracción de minerales, elaboración de productos artesanales y suntuarios). Los textos indígenas describen, por ejemplo, cuáles eran las técnicas de alfareros, orfebres, albañiles, pintores y escultores, para sólo citar las de unos cuantos.
Particular atención exigen las técnicas alcanzadas en el cultivo de la tierra. Además de la agricultura de temporal, en la que no se descuidaba el empleo de algunas formas de abono, los mexicas se valieron de sistemas de regadío, cultivos escalonados y las célebres chinampas. En ellas cultivaron diversas plantas, verduras y flores.

Unidades de producción

Las "unidades de producción" estaban muy vinculadas con distintas formas de agrupamiento social, existentes en el México antiguo. Por una parte, era unidad primaria de producción la familia. Los integrantes de esta participaban en el trabajo de acuerdo con la especialización en función de su sexo. Unidades mucho más amplias las constituían los distintos calpulli. Algunos de estos, según parece, se habían especializado en la producción de determinados artículos, por ejemplo, en los trabajos artísticos hechos de plumas.
Los calpulli, en cuanto unidades de producción, pagaban tributos al Estado. También proporcionaban mano de obra para realizar tareas, bien sea en provecho del mismo calpulli o de la comunidad, del pueblo o ciudad. Este tipo de servicios -tributos y participación directa en trabajos- era asimismo obligación de entidades más amplias que incluían desde luego a los señoríos sometidos al dominio de México-Tenochtitlan.

Mercados y signos cambiados

Elemento de suma importancia para comprender los alcances que llegó a tener la economía en el México antiguo son la existencia de mercados y de lo que puede llamarse el comercio exterior, llevado a cabo por los pochtecas o mercaderes.
En extremo maravillados, algunos conquistadores dejaron en sus crónicas una imagen de lo que era el mercado principal de Tlatelolco, en la antigua población incorporada a Tenochtitlan. Bernal Díaz del Castillo escribió:

Quedamos admirados de la multitud de gentes y mercaderías que había en la gran plaza y del gran concierto que en todo tenían [...]. Cada género de mercaderías estaban por sí y tenían situados y señalados sus asientos. Comencemos por los mercaderes de oro y plata y piedras ricas, y plumas y mantas y cosas labradas y otras mercaderías de indios, esclavos y esclavas [...]. Otros mercaderes que vendían ropa más barata y algodón y cosas de hilo torcido y cacahuateros que vendían su cacao y había muchos herbolarios y mercaderes de otra manera. Y también vendían hachas de latón y cobre, y jícaras y jarros de madera muy pintados. Ya querría haber acabado de decir todas las cosas que allí se vendían.

Rutas del comercio

A la metrópoli mexica afluía toda clase de productos procedentes de regiones cercanas y apartadas, obtenidos gracias a las negociaciones de los
mercaderes o en calidad de tributos. A su vez, de la capital, donde había diversas formas de producción, artes y artesanías, se exportaban múltiples objetos manufacturados. Complejas eran las relaciones de producción e intercambio durante el esplendor de Tenochtitlan. Existían dos rutas más importantes del comercio establecido por los pochtecas. Una se dirigía a Xicalanco, junto a la laguna de Términos, en las costas del Golfo. Desde tiempos antiguos llegaban allí también en sus embarcaciones comerciantes de la región maya. En Xicalanco podían adquirirse productos de zonas tan apartadas como Yucatán, Honduras y aun las islas del Caribe. La otra gran ruta del comercio mexica llevaba a las costas del Pacífico sur, en especial a la rica zona del Soconusco, en Chiapas, de donde provenían el cacao, plumas de quetzal, jade y metales preciosos.

Factores del esplendor de la economía mexica o Azteca

Otros factores cuyo análisis se requiere para valorar lo que fue la economía durante el esplendor mexica, son los referentes a la existencia de posibles signos cambiados, funcionamiento de los mercados y de los sistemas tributarios. Se conservan algunos códices indígenas que arrojan luz sobre estas materias. Entre ellos están los que se conocen como Matrícula de tributos y Códice mendocino.
En ellos se indica cuáles eran las provincias tributarias y qué es lo que entregaban a México-Tenochtitlan. Entre otras cosas, los tributos incluían piezas de oro que se empleaban en determinadas transacciones económicas. Los granos de cacao, de los que algunas provincias hacían entrega, constituían otra especie de moneda ampliamente aceptada.

Factores de la caída de los mexicas

Puede decirse, en resumen, que la organización social, política, económica y militar lograda por los mexicas había alcanzado un alto grado de desarrollo. Ello explica que a lo largo del reinado del último de los Motecuhzomas el Estado mexica tuviera bajo su dominio una gran extensión territorial en la que existían numerosos señoríos, muchos de ellos con hablantes de lenguas diferentes. Pero en el fondo el poderío de los mexicas era un tanto precario. Los mexicas eran relativamente poco numerosos. Y si contaban con el apoyo de la Triple Alianza (es decir, de Tezcoco y Tlacopan), tenían el antagonismo de los tlaxcaltecas y, en última instancia, de todos aquellos que habían sido sometidos y vivían en calidad de tributarios.
El hecho de que, al ocurrir la llegada de los españoles, su capitán Hernán Cortés, se percatara de tal debilidad y estableciera alianzas con los enemigos de los mexicas, confirma lo dicho acerca de la precaria situación de estos. Lo que pudo parecer como un formidable imperio sucumbió ante la reducida fuerza de cerca de quinientos españoles. Dicha fuerza, sin embargo, poco o nada habría logrado sin el auxilio de las decenas de miles de indígenas enemigos de los mexicas. Lección es esta de la historia. Muestra ella cómo la astucia -en el caso de Cortés- y la prepotencia que genera odios -en el de Motecuhzoma y los mexicas- pueden llevar a sucumbir lo que pareciera imbatible.


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