Revista Asia

La esposa del Primer Ministro

Por Tiburciosamsa
La esposa del Primer MinistroFoto del matrimonio Kan. Él está sonriendo. Ella se está descojonando de él.

Ser Primer Ministro japonés es una profesión jodida, como prueba el rápido ritmo de recambio de los interesados. Uno tiene que lidiar con una economía que lleva anémica veinte años, con una sociedad en crisis y en pleno proceso de envejecimiento, con una política exterior desorientada, entre las bases norteamericanas, la emergencia de China y los norcoreanos tocando las narices, con la corrupción que en ciertos ambientes es más un estilo de vida que un delito y con un sistema político caduco, cuya alternativa no acaba de ser evidente. Por si todo lo anterior no fuera bastante, ahora los Primeros Ministros japoneses también tienen que lidiar con sus mujeres.

El primero fue Hatoyama, que estaba casado con una mujer muy interesante, que se alimentaba del sol, había estado en Venus y había conocido a Tom Cruise en una vida pasada. Ahora a su sucesor, Naoto Kan, le toca lidiar con una mujer que encima se pone a escribir un libro con el interesante título de “¿Qué diablos cambiará en Japón ahora que eres Primer Ministro?”

Que el líder de la oposición te ponga a caldo, es algo que va con el sueldo de Primer Ministro, pero que sea tu mujer… Noboko Kan no se anda por las ramas: “Me pregunto si es correcto que este hombre sea Primer Ministro, porque lo conozco bien.” Posiblemente si conociéramos bien a nuestros candidatos, los días de las elecciones nos abstendríamos de ir a votar. Por eso la tradición pide que las esposas sean discretas y no nos cuenten lo piernas que son sus maridos. Ahondando en la herida, Noboko añade que el problema es que ahora la gente que está en la política son pesos plumas y así ocurre que entre lo que hay para elegir acabe saliendo gente como su marido. Pero seguro que Noboko dijo eso con mucho cariño y pensando: “Sólo hay mierda para escoger, pero mi marido es una caquita muy apañadita.”

Comparado con lo anterior, el resto de las críticas de Noboko contra su marido son minucias: que no sabe vestirse; que se moriría de hambre si se quedara solo en casa porque no sabe cocinar (aquí Noboko asume parte de la culpa: tanto ella como su madre le han tenido tan consentido a Naoto Kan, que no ha necesitado freírse un huevo en la vida); que sirve mejor para segundón y para dar indicaciones desde fuera que para dirigir; y que el discurso que dio ante el Parlamento para presentar su política fue una mierda.

La mala noticia para Naoto Kan es que su mujer aún es amable comparado con otras cosas que algunos comentaristas dicen de él: que es un oportunista; que le faltan las firmes convicciones que hacen falta para introducir las grandes reformas que necesita Japón; que más que un visionario, tiene la mentalidad del típico oficinista; que no asume riesgos, sino que prefiere ir por caminos trillados; que le preocupa más mantener el poder que descubrir lo que se puede hacer con él.

Visto lo visto, me parece que Naoto Kan va a durar todavía menos que Hatoyama.



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