CRÍTICA LITERARIA
La estrategia del parásito
Autor: César MallorquíEdición: SM, 2012Una canción para ti, de Sarah DessenHuellas y manchas, de Jordi Sierra i FabraSoy el número cuatro, de Pittacus LoreArgumentoSe oculta; no puedes verlo, pero siempre está ahí, observándote, vigilándote, espiando todo lo que haces y dices. No es un vampiro, pero se alimenta de ti, depende de ti, por eso se esconde y te utiliza. Y, entre tanto, crece y crece sin parar, como un parásito. La estrategia de los parásitos consiste en ocultarse en organismos de otras especies y nutrirse de ellos sin llegar a matarlos. Existen muchos tipos de parásitos, tanto animales como vegetales, pero hay uno del que nunca has oído hablar, una clase de parásito que ni en la más terrible de las pesadillas podrías imaginarte. Es inteligente, es despiadado y posee un poder increíblemente vasto. "La estrategia del parásito" es un apasionante tecno-thriller donde nada resulta ser lo que parece, un relato de intriga y misterio en el que unos pocos han de enfrentarse a una amenaza aterradoramente letal. Y también es, en definitiva, una historia de amor. Una historia de amor en el infierno.
Opinión - Guillermo García Lapresa, 04/10/2012
Todo un referente para futuras novelas transmedia
La estrategia del parásito es un libro de cierta importancia, no tanto por la historia que cuenta como por los nuevos caminos que abre -o podría abrir- en la industria de la literatura. Esto seguramente ya os haga ver por dónde van a ir los tiros en esta reseña: bien para la editorial, mal para el autor.
La novela es corta -cosa que se agradece- porque la historia que se nos cuenta únicamente sirve de excusa para el toque transmedia del final: un final que constituye el único y verdadero punto de interés en esta obra. Me es imposible entrar en detalles sin soltaros un spoiler del tamaño de Júpiter, pero baste decir que SM ha logrado, a base de elegancia y sutil labor editorial, algo que yo ya daba por imposible: una novela transmedia cuyo contenido extra no sólo enriquece el material base, sino que lo define y refuerza sin por ello parecer forzado o fuera de lugar. Nota para todo aquel que se lea esta novela: haced clic en el enlace que aparece en la última página. Haced clic, porque la verdad es que la cosa es bastante impresionante.
¿Qué queda, entonces, para César Mallorquí? Un aprobado justito, me temo. Estamos hablando de una historia que empieza como un Millennium juvenil y termina comoTerminator, de modo que aburrir, lo que se dice aburrir, no aburre. De hecho, hasta entretiene. Pero no brilla. No brilla porque Óscar Herrero es un personaje aburrido hasta la indignación, porque la chica que lo acompaña trata de ser cool sin preocuparse por mostrar ni el más mínimo ápice de simpatía, porque la -innecesaria y forzada- historia de amor entre ellos dos está a dos páginas de desvirtuar del todo el conjunto narrativo y porque la trama avanza a base de depredar la lógica. No es mala escritura, ojo; no tiene faltas de ortografía, el ritmo es correcto, tiene ciertos puntos de interés y unos diálogos que se sostienen siempre y cuando no aparezca en escena ese inenarrable personaje llamado Black Cat. César Mallorquí sabe escribir, pero tiene el mismo problema que tienen muchos escritores juveniles en este país: subestima totalmente a sus lectores potenciales. Al menos, aquí lo hace, independientemente de que antes haya escrito otros libros verdaderamente sobresalientes. En esta ocasión, la novela en sí se limita a dar el pego, y poco más.
Pero me estoy centrando demasiado en los -asumibles y perdonables- aspectos negativos deLa estrategia del parásito, y no debería. No debería porque, como ya he dicho antes, esta novela es importante. No trascendente, pero sí relevante como referente para futuras novelas transmedia. Porque sí, señores de SM -o señor Mallorquí, en caso de que sea usted el artífice de la idea-: así, sí. Así es como se elabora un producto destinado a publicitarse de manera viral -excelente campaña publicitaria- y a formar parte de un entramado narrativo que va más allá del medio impreso. Ése es el camino: ni artificios forzados, ni material extra torpón que se asemeja a un niño llamando a gritos a su madre para que le mire lanzarse a la piscina, ni nada que no sea la sencillez y el buen hacer de un artesano.
A nada que el material base hubiera sido mejor, nos encontraríamos ante toda una obra de artesanía: y no hay nada que me guste más a mí que la buena artesanía.