Independiente decidió concentrar toda la estupidez de algunos de sus hinchas esta semana. El martes, con el equipo en ventaja y clasificando a los cuartos de la Sudamericana, un socio decidió arrojarle un cascote al arquero Silva, de Defensor Sporting, provocándole un corte que debió haber dado por suspendido el encuentro. La sacó demasiado barata, ya que el propio Silva quiso seguir jugando, terminaron ganando y hasta, insólitamente, quizá no le suspendan el estadio.
Los jugadores del Rojo salieron contra Boca con una bandera en la que le pedían disculpas a “los hermanos uruguayos”. Un acto totalmente estéril, porque algunos de sus hinchas recibían a los Xeneizes arrojándoles bolas de fraile (intentando graficar que son “bolitas”) y paragüitas de chocolate, al ritmo del “el que no salta es de Bolivia y Paraguay”. Acción estúpida, racista y discriminatoria contra las comunidades bolivianas y paraguayas. ¿Estos mismos xenófobos sabrán que el pibe Báez, héroe de la semana pasada por su gol en la victoria ante Racing, es paraguayo? ¿Conocerán la historia de Arsenio Erico, su máximo goleador histórico, de origen guaraní? El campeonato pasado ya habían lucido contra Boca unas banderas de Paraguay y Bolivia con el símbolo de La 12, y Pezzotta, por no parar el partido, fue citado por el INADI.
Sin sanciones, siguen invitando a estos imbéciles a que expandan lo peor del hincha de fútbol. Lo peor es que dirigentes del fútbol convalidan estas acciones: José Beraldi, el propio vicepresidente de Boca, aseguró: “Lo de los paragüitas y las bolas de fraile es un folklore, más allá de la falta de respeto hacia otras colectividades. No daña a nadie, es parte del circo del fútbol”. Garrafal interpretación de alguien que debería estar a la cabeza de esta batalla.
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