Picasso: El vendedor de muérdago, 1902-1903.
(Solsticio de invierno)En el último fulcro del año, cuando sobre la espalda decrépita del Tiempo empezaban a balancearse el peso de los días y el platillo de las penas, vimos al niño con el ramito de muérdago en la mano y sentimos crecer la esperanza de que aún fuera posible detener la peor y apenas asumida consecuencia de los trastornos meteóricos que habían comenzado a asolar el mundo: la evaporación de la inteligencia. (LUN, 530 ~ «Picasso azul»)