Ahora me vendrán diciendo que estoy desacreditando a compañeros de la profesión.
Nada más lejos. Defiendo a los que hacen su trabajo de forma honesta, en TODAS sus formas de negocio. Tanto offline, como online.
Me hace mucha gracia que, una profesión tan honesta como el Coaching, cuyo objetivo, al final, es mejorar, paso a paso, el mundo que nos rodea, esté compuesta no solo de personas con esta finalidad sino también de farsantes mediocres y sin muchas de las habilidades que predican: desde luego, no la creatividad.
Siento empezar así esta entrada, pero es que estoy furiosa. Qué narices, no. No lo siento. Si lo sintiese, escribiría esto, me desfogaría a gusto y después guardaría el documento como tantos otros que no han visto la luz.
(Ay, Esther Roche, siempre has pecado de vehemente, rozando la brusquedad. Ays. Menos mal que te has quitado unas cuantas capas de esa antigua bordería porque si no, desde luego hoy, no ibas a dejar títere con cabeza).
La creatividad es un tema recurrente en Coaching, igual que lo es el cambio, la toma de conciencia o la habilidad de identificar y modificar las creencias limitantes, por ejemplo. Claro, es que, sin creatividad, estamos perdidos. Esta es una de las características que nos diferencia de los seres que llamamos irracionales, y a los que a veces envidio, por su nobleza.
Esta condición inherente al ser humano tiene, para mí, tres características:
- Está presente en todos nosotros desde que nacemos, pese a que muchos piensan que es genético: “ay, es que yo no soy nada creativo…”.
- Es uno de los elementos esenciales de la inteligencia. Cuanto más capaces somos de relacionar ideas y conceptos (esto es, ser creativos), más inteligencia práctica tenemos.
- Algunos prefieren no hacer ese esfuerzo. Ya, si eso, que lo hagan otros.
Que esto último lo haga cualquiera, me da igual. Pero que lo haga un coach, no me entra en la sesera, qué quieres que te diga.
Tanto predicar lo que uno no practica, es la semilla perfecta para el set-up del escenario de una gran farsa y, seguramente, de un gran batacazo.
Les vendría bien a algunos leerse El Elemento de Sir Ken Robinson o La (des)educación de Noam Chomsky, o La náusea de Sartre, o un tebeo, Las 5o sombras de Grey o como se llame, o cualquier cosa. La lectura fomenta la creatividad. Que se lean aunque sea el Hola. Y que dejen de copiar a otra gente.
Y esto ya no es por mí, es un alegato en defensa de todos aquellos que SÍ se lo curran, ya está bien. Y no solamente me estoy refiriendo ya a coaches, sino a cualquier persona que escribe públicamente sus cosillas en la red. Sean buenas, malas, estemos de acuerdo o no, pero son SUYAS, no una burda copia o medio copia.
(¿Pero qué le pasa a ésta? ¿De qué está hablando?)
Hace poco, y espero que no se sienta aludida si lee esto, me llamó la atención que una compañera con la que he compartido un seminario, había copiado cantidad de frases de mi web. Y digo que no se sienta aludida porque, en efecto, no me refiero a ella. Ya está hablado y punto. Pero sí me hizo remover el inconsciente, parece, porque desde entonces, no hago más que encontrarme contenidos copiados y plagiados en la red.
¡Pero qué poca vergüenza!
Cuando me ocurrió aquello con esta compañera, me dije: “Bueno, Esther, hija. Alguien en algún lugar dijo que la imitación es signo de admiración, tómatelo así”. Y eso… intenté. Intenté, porque al día siguiente seguía dándole vueltas y me pregunté: “Bueno, ¿y si hay más por ahí?” Así que me fui a herramientas de Internet que te facilitan el trabajo de saber si alguno de tus contenidos ha sido plagiado o copiado en parte.
Madre – mía…
Encontré no una, ni dos, ni tres. Encontré 7 webs (todas de Coaching, por supuesto, por eso me he ensañado al principio con los que se dedican a copiar contenidos) que habían plagiado alguna parte de mi web. Dos de ellas, extranjeras, pertenecientes a la misma persona, eran un CALCO de la mía. Me quedé petrificada cuando leí … ¡¡LOS TESTIMONIOS DE MIS CLIENTES PLAGIADOS TAMBIÉN!!
Tony Robbins y mucha literatura, sobre todo de la llamada “nueva psicología” coinciden en que los seres humanos no tenemos límites. Bueno, pues este tío que copio mi web casi entera, no en una sino en DOS de las suyas, no tiene límites, pero de desvergüenza.
Escribí al administrador, muy amablemente, solicitando que por favor eliminasen ipso facto los contenidos copiados. Obtuve la callada por respuesta, prueba de que, no sé, quizá al final algo de vergüenza, sí le queda. A los dos días (diferencia horaria) aquella web aparecía “en construcción”.
Las otras 5, españolas, copiaban partes, como los beneficios o las respuestas a las preguntas frecuentes… bueno, en fin… tampoco le quise dar tanta importancia, porque como hubiese tenido que contactar a todas, creo que me habría salido una úlcera, y la verdad, no estoy por la labor. Allá ellos con su maletín.Pero es que hoy, para que veas cómo funciona el inconsciente, veo en LinkedIn un artículo sobre creencias limitantes que me ha sonado familiar… no por ser mío, sino simplemente familiar, como si ya lo hubiese leído anteriormente. Es un artículo antiguo, de 2011, pero me ha podido la curiosidad. De estas cosas que te distraen de lo que realmente tienes que hacer pero, es que es como un resorte: me he puesto a escribir de inmediato. (Uf, y ya lo noto, me estoy quedando más a gusto que un arbusto).
Que… decía, que es un post antiguo, pero eso da igual. El caso es que he copiado y pegado una de las frases en el buscador y, ¡oh! ¡qué sorpresa! (¿o no?): nada más y nada menos que 3 PÁGINAS DE GOOGLE=30 entradas con el mismo texto (ok, entre ellas, algunas eran de las mismas dos o tres webs, pero aun así!).
En fin, que me he enfurecido porque oye, ¿ahora cómo sé yo quién es el autor original? Y bueno, eso no es lo peor. Lo peor es que te queda por dentro ese “resquemorcillo”, esa desazón, de pensar:
“Pero oye, ¿alguien aquí es de verdad, o gran parte de esa gente virtual a quien admiramos, leemos asiduamente, seguimos… son solo clones de clones de clones de clones?
Espero que no os importe que no ponga las direcciones de ninguna de las webs. Una cosa es descongestionar el embotellamiento de irritación que tenía hasta hoy, y otra someter a escarnio público a los “creadores” (jajaja, qué risa) de esas innumerables webs que sobreviven, como parásitos, de lo que succionan a otras.