Revista Política
Un discreto titular de El País del pasado 5 de junio me resuelve las dudas residuales que me quedaban sobre de qué estamos hablando cuando hablamos de la famosa gripe A: "La OMS ocultó que sus expertos en gripe A cobraron de farmacéuticas".
La información viene firmada por Javier Sampedro, colaborador habitual del diario madrileño y experto en materia científica y médica. Bajo el rotundo titular, la entradilla deja aún menos espacio a la imaginación: "El organismo no informó a los Gobiernos cuando les instó a reservar antivirales".
En el artículo se califica piadosamente la gestión de la presunta pandemia de gripe A por la OMS como "poco transparente". Dice Sampedro que "según un estudio del British Medical Journal , una de las revistas médicas de referencia, un informe clave de la OMS ocultó los vínculos financieros entre sus expertos y las farmacéuticas Roche y Glaxo, fabricantes de Tamiflu y Relenza, los fármacos antivirales contra el virus H1N1". Mediante ese informe manipulado y manipulador, la OMS "instó a los Gobiernos a apilar reservas de esos medicamentos, por valor de unos 6.000 millones de dólares (4.900 millones de euros).
Recientemente, prosigue Sampedro, el Consejo de Europa "acusó a la OMS de opacidad", ya que supuestamente "los 16 miembros del comité de emergencia que asesoró durante la crisis a la directora del organismo, Margaret Chang, son secretos". Secretos para todos salvo para la narcofarma, que los tenía a sueldo. En realidad ese secretismo simplemente facilita la labor de corrupción de estos individuos por parte de los fabricantes de medicamentos.
Prosigue Javier Sampedro: "Los vínculos entre los científicos de la OMS y la industria fueron anteriores a 2004. Roche y Glaxo les pagaron por una serie de conferencias y consultas. También han intervenido en investigaciones pagadas por los laboratorios. Este tipo de vínculo es muy común. Los principales expertos intervienen en los ensayos clínicos financiados por la industria". Evidentemente este no es el único caso de corrupción de científicos por la narcofarma, pero sí el más espectacular habido nunca.
En este caso concreto, estamos ante un gol majestuoso colado por toda la escuadra por la narcofarma a los gobiernos del mundo entero. Vista la falta de escrúpulos de esta gente cabe preguntarse incluso si el problema, el famoso virus A, no fue creado aposta para lucrarse con él. Recuerden "El jardinero fiel", la novela de John le Carré -siempre tan bien documentado e informado sobre los tejemanejes cómplices entre los "intereses de Estado" y los todavía más bastardos intereses de las corporaciones transnacionales-, sobre un feo asunto que el autor sitúa en África, y en la que una de las corporaciones farmacéuticas líderes (cuya identidad no queda muy disimulada en la novela) usa como cobayas involuntarios a cientos de miles de seres humanos, llegando al asesinato de aquellas personas (un médico africano, una activista de una ONG y el diplomático inglés marido de ésta) que descubren la trama e intentan denunciarla; no olviden además, que en la novela Le Carré apunta al mismísimo Gobierno británico de míster Tony Blair como conocedor y encubridor de los hechos.
Todo esto no son conspiranoias noveleras sino realidades que vienen de muchos años atrás, y que ahora se potencian maridándose con el feroz asalto al Estado de bienestar (sobre todo a su pilar sanitario) que estamos viviendo. Por medio hay demasiado dinero y demasiado poder como para que la virtud de una organización tan cuestionable como la OMS resista incólume las presiones de la narcofarma.