Unas vacaciones junto al mar de la costa griega parece la excusa perfecta para que una madura profesora se retire a trabajar en busca de tranquilidad e inspiración. Pero de repente algo atrae la atención de Leda (Olivia Colman) y como una pajarita hacia la luz más incandescente, Leda se verá sumergida en el insaciable interés que en ella despierta una joven madre inexperta y su peculiar hija pequeña. Algo que convertirá lo que iban a ser unas vacaciones de trabajo en un inesperado viaje al pasado y a los perturbables recuerdos de una maternidad temprana y sus ecos en el presente.
La hija oscura es la brillante y muy personal adaptación de Maggie Gyllenhaal de la novela homónima de Elena Ferrante. Para su debut trás las cámaras, Gyllenhaal adapta de su puño y letra el guión de la novela a la vez que ejerce de directora en una ambiciosa y sensacionalmente perspicaz ópera prima. Un film sugestivo y juguetón que juega todo el tiempo al despiste con una historia tan personal como fácilmente reconocible sobre una mujer separada que tiene dos hijas ya adultas y que en su solitario viaje para trabajar en su intelectual mundo de la literatura comparada se da cuenta de cómo su actual vida está altamente afectada por las decisiones que tomó en un pasado en el que no pudo ser quien ella se consideraba que era. El choque con la chanchullera familia de la madre joven que capta su atención en la playa, servirá como acelerador de un sin fin de emociones que finalmente florecen en un sitio y un momento totalmente inadecuado.
Todos tenemos secretos ¿pero hasta dónde nos planteamos que esos secretos puedan afectar a personas que acabamos de conocer? Emociones como el deseo, la amistad y la maternidad marcan la vida de Leda y este peculiar viaje casi en el ocaso de su vida sirve como collage analítico de todas las emociones que han llevado a Leda a estar dónde está ahora mismo. Siendo ésta, probablemente la decisión que más afecte en el transcurso de su vida adulta.
¿Se puede escapar del pasado? ¿Se puede ser una buena madre cuando no quieres serlo? el debut de Maggie Gyllenhaal no puede ser más incisivo y lúcido a la hora de afrontar estas cuestiones, su estilizada aunque algo reiterativa propuesta ahonda dentro de estos enigmas y subyace hasta llegar al origen propio del inusual comportamiento de Leda para realizar una cruda y desgarradora recreación del concepto de la “maternidad desnaturalizada” algo en torno a lo que expide toda la obra.
Como si fuese casi de la misma generación no de cineastas, pero sí de entusiastas intelectuales que comparten la misma fascinación por algunos de los más oscuros entresijos de la psique humana y sus miserias, el film de Gyllenhaal podría formar parte de una saga espiritual junto a films algo superiores como son las obras maestras: En la habitación y Little Children (Todd Field), American Beauty y Revolutionary Road (Sam Mendes), El luchador (Darren Aronofsky) y la superlativa Las horas de Stephen Daldry. Algo que desde luego no está nada mal para empezar su estimulante carrera como cineasta.
La hija oscura es una película hecha por y para Olivia Colman, pero no porque ésta funcione como vehículo para el lucimiento de la misma, sino porque es imposible leer la novela de Elena Ferrante y no imaginarse a Olivia Colman en el papel de Leda. Es uno de esos personajes que sabes que se quedarán durante mucho tiempo asociados a su persona. Pero además de la apabullante presencia de Colman, la película cuenta con una impresionante Jessie Buckley quien interpreta con impresionante solvencia el pasado de Leda ayudando así a crear una simbiosis y representación perfecta de la protagonista de La hija oscura. Sin olvidar a Dakota Johnson quien interpreta con una fuerza animal única a la joven madre de la playa, un fascinante personaje que en las manos de la talentosa hija de Melenie Griffith y Don Johnson es el mayor atractivo del film.
La hija oscura es un sugestivo melodrama adulto que juega siempre en la final línea del thriller más malrollero e incómodo que se las ingenia para descolocar al espectador en todo momento logrando por el camino, algunos momentos verdaderamente brillantes.
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