La Historia Compartida…Por César del Campo de Acuña
Sean bienvenidos una vez más a La Historia Compartida, la sección de www.cincodays.com dedicada a las breves biografías de las más variopintas personalidades de la historia. En esta festiva entrega le rendimos tributo a un autor que es sinónimo de la Navidad.
¿De quien hablamos?: de Charles John Huffam Dickens, Charles Dickens, un afamado escritor y novelista ingles nacido el 7 de febrero de 1812 en Portsmouth y fallecido el día 9 de junio de 1870 en Gads Hill Place.
¿Por qué paso a la historia?: por ser el escritor más importante de la era victoriana (prácticamente un cronista de su tiempo) y por la aguda critica social que imprimió a su obra. Curiosamente, aunque enmarcada en su tiempo, la vigencia de su texto en la actualidad resulta fascinante, lo que le lleva a seguir siendo uno de los literatos más influyentes del mundo.
¿Sabias que…?: comenzó a trabajar a los 12 años. Debido a las deudas de su padre Dickens tuvo que ponerse a trabajar a los 12 años de edad en jornadas de 10 horas diarias en la Warren’s boot-blacking factory, una fabrica de betún. Ganaba seis chelines semanales, los cuales invertía en pagar su hospedaje (vivía en una casa de huéspedes) y en ayudar a su familia (la cual vivía junto a su padre en la prisión de Marshalsea (los deudores podían vivir con sus familias en presidio). Cuando su padre salio de prisión y la situación económica mejoro algo (gracias a una herencia de 250 libras) Dickens siguió trabajando en la fabrica por insistencia de su madre (la fabrica era de unos parientes). Aquella experiencia le cambio la vida, y posteriormente se dedico en su obra a denunciar la situación que las clases más desfavorecidas debían afrontar.
Tuvo como mascota a un cuervo. Así es Charles Dickens tuvo a un cuervo llamado Grip como mascota. Grip vivió hasta 1941 y cuando falleció Dickens lo mando disecar. Cuando Dickens falleció, Grip fue vendido en una subasta. Hoy en día el ave descansa en la biblioteca pública de Filadelfia, en la tercera planta (departamento de libros raros).
Fue una persona peculiar (algunos historiadores y psicólogos llegan a asegurar que tenia un trastorno obsesivo-compulsivo). Siempre que llegaba a un hotel se dedicaba a cambiar la distribución de los muebles y siempre dormía con su cabeza apuntando al norte. Por otro lado se sentía fascinado por todo lo paranormal (llego a estar relacionado con el grupo de investigación paranormal The Ghost Club de Londres) y fue un defensor de la hipnosis, la cual intento utilizar para curar a su esposa e hijos de diferentes dolencias.
Fue buen amigo del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. Existe una anécdota muy graciosa con respecto a su relación; en 1857 Andersen visito a Dickens y permaneció en casa de este último durante cinco semanas. Cuando el autor de cuentos infatiles como La sirenita o El soldadito de plomo, puso punto y final a su estancia en la casa de los Dickens, el autor británico escribió en el espejo del cuarto de invitados: “Hans Andersen durmió en esta habitación durante cinco semanas que parecieron decadas para la familia”.
En Boston, miles de personas se reunieron en el muelle para esperar el barco que llevaba el capítulo 71 de La tienda de antigüedades (novela por entrega de Charles Dickens publicada entre 1840 y 1841). Cuando el barco llegó, le preguntaron al capitán: “¿Esta Nelly muerta?” la respuesta fue afirmativa y automáticamente un gemido colectivo se alzó entre la multitud.
El guardavía, historia corta publicada por Charles Dickens en 1866 en la revista literaria All the Year Round, esta inspirada en hechos reales vividos por el propio Dickens. En 1865 el escritor se vio envuelto en el famoso accidente ferroviario de Staplehurst en el que los siete primeros vagones del tren cayeron de puente que estaba siendo reparado. Dickens evitó la muerte debido a que su coche fue el unico de primera clase que no se precipito al vacío. El novelista pasó mucho tiempo atendiendo a los heridos y moribundos antes de que llegaran las asistencias medicas. Aunque salio ileso del accidente, nunca se recupero psicológicamente de la terrible experiencia.
A finales de la década de los 40 (entorno a 1846), Charles Dickens cofundó con la acaudalada Angela Burdett-Coutts, la casa de Urania, un lugar para mujeres descarriadas. Allí, estas mujeres buscaban redención por su vida licenciosa y eran adiestradas en diferentes labores (habitualmente domesticas) con el fin de ser reinsertadas en la sociedad. Se dice que algunas de las mujeres que por allí pasaron inspiraron a diferentes personajes femeninos de la obra de Dickens.
El Diccionario Británico Oxford asegura que Charles Dickens añadió 247 palabras o nuevos usos a su idioma.
Sufría convulsiones debido a su epilepsia. Algunos de sus personajes, como Monks de Oliver Twist, padecían el mismo mal que su creador.
Dickens no recibió ninguna educación hasta la edad de nueve años. Este hecho posteriormente le valdría muchos reproches de sus críticos, al considerar su formación en exceso autodidacta.
En la casa de Gad´s Hills en Kent, Dickens tenía una puerta secreta en forma de librería falsa. La biblioteca falsa contenía obras tan interesantes como “La vida de un gato en 9 volúmenes” y The History of a Short Chancery Suit en 47 tomos.
En la época en la que Dickens ofrecía lecturas públicas de sus obras solía tomar como desayuno dos cucharadas soperas de ron con crema fresca y una pinta de champán a la hora del té. Media hora antes de iniciar la lectura Dickens, solía tomar un huevo crudo batido en un vaso de jerez.
Sus lecturas públicas eran extremadamente populares tanto en Gran Bretaña como en América; cuando realizo su primera lectura pública en América, la cola de personas en la ciudad de Nueva York para hacerse con una entrada era de casi un kilómetro de largo.
En las cartas en las que cortejaba a su futura esposa, Dickens la llamaba cariñosamente: dearest Mouse y dearest darling Pig. Desafortunadamente para Catherine Hogarth, el afecto de su esposo se extinguió una vez se casarón ya que parecía que el peculiar autor abrigaba mayor interese sentimental en las hermanas de su mujer que en su propia esposa.
En David Copperfield (obra a la que la mayor parte de estudiosos de la literatura juzgan como una autobiografía) escribió en relación al trato que recibían las clases proletaria (y en especial los niños): “Yo no recibía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estimulante, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera recordar. ¡Cuánto deseaba ir al cielo!”
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