Revista En Femenino

La historia interminable

Por Expatxcojones

La historia interminable

Barcelona, 2005. expatriadaxcojones.blogspot.com


German es el mejor amigo del Kalvo y el padrino de nuestro hijo. Los tres fuimos al mismo colegio. Siempre estábamos juntos. Después les perdí la pista. A los dos. Y casi quince años después nos reencontramos. De ese reencuentro nació Terremoto.
Ahora ha cumplido cuatro años. Y aunque German no pudo estar con nosotros para celebrarlo, nos mandó su regalo. Un año de abono a Filmin. Un portal de internet donde puedes ver películas, dibujos, documentales y series. Muchas conocidas y otras que no lo son tanto. Auténticas perlas de festival de esas que no entran en el circuito comercial convencional. También, clásicos.
A mí me encanta el cine. Es una de las cosas que más echo de menos de Barcelona. Aquí no hay salas Verdi ni nada que se le parezca. No puedo ir a la sesión del martes por la tarde con mi amiga Sandra. No puedo comentarlas con mi amigo M. Filmin es mi consuelo. Pero no es mi regalo. Aunque sea yo quien más lo utilice. Es el de Terremoto y quiero que lo aproveche.
Al niño le gustan las historias. Mucho. Las que yo me invento. Las que le leo. Las que miramos juntos. Tiene una capacidad de concentración que me deja pasmada. Si le interesa puede estar las dos horas sentado y completamente absorto en lo que está viendo. Este fin de semana le puse la Historia Interminable. Y la miramos juntos.
Los dos nos sentamos en el desván de la escuela con Bastian. Los dos leímos con él ese libro maravilloso. Los dos tuvimos miedo de la oscuridad. Los dos disfrutamos descubriendo a los habitantes de Fantasía. Y los dos sufrimos viendo como la Nada destruía ese país maravilloso.
La emperatriz infantil está en peligro. Se muere. Lentamente. Igual que Fantasía. Sólo una persona puede salvarla. No una cualquiera. Tiene que ser Atreyu. Un niño. Pertenece a la tribu de los cazadores de búfalos. Es un guerrero. Fuerte. Valiente. Pero para librar con éxito esta batalla debe dejar sus armas en casa.
Atreyu debe enfrentarse a la tristeza. A sí mismo. Superar la desconfianza. Vencer su miedo. No perder la esperanza. Y, lo más importante, creer en sus sueños.
Cuando somos niños tenemos un montón de sueños. Nos gustaría volar. Estar en la luna. Viajar en el tiempo. Tener súper poderes. Pero a medida que nos hacemos mayores la rutina los va matando. Poco a poco. Enterrándolos no se sabe muy bien donde. Tenemos responsabilidades. Facturas. Obligaciones. Pero ese niño sigue ahí. Continúa con nosotros. Aunque no lo escuchemos. Aunque no le hagamos caso.
De eso trata la película. De soñar. De seguir siendo niños. Aunque seamos adultos. De sorprendernos. De entregar el corazón en lo que hacemos. De pensar que todo es posible. Porque sólo así se puede vivir sin perder la cabeza. Sin perder la ilusión. Vivir a todo color. En Alta Definición.
Hacía mucho tiempo que no la veía. Años. Ni tan siquiera lo recuerdo. Gracias a German he podido disfrutarla de nuevo. Justo ahora. En el momento oportuno. Tenía dudas. Inseguridades. Miedo. Y ahora Atreyu ha vuelto para recordármelo:
Vale la pena luchar. No te rindas. Persigue tu sueño. Y eso es lo que me gustaría transmitirle a Terremoto. A parte de que debe comer verdura. Lavarse los dientes. Ser educado y estudiar en el colegio.
Sí. Todo esto es básico. Forma parte de su educación. Pero sólo es la parte convencional. La necesaria para vivir en esta sociedad. Cosas que debe aprender y es mi deber enseñarle. Pero hay otras… que son igual o más importantes y, a veces, a los padres se nos olvidan.
Se nos olvidan porque ni tan siquiera nosotros tenemos tiempo para pensarlas. Estamos abortos en nuestro trabajo. Los compromisos. Lo qué debemos hacer. Lo que se espera que hagamos. Pero ¿cuándo tenemos tiempo para sentarnos cinco minutos con nosotros mismos? Y pensar. Reflexionar. Preguntarnos: ¿Yo qué quiero? ¿Es esta la vida que deseo? Y si no es así ¿Qué puedo hacer para cambiarla?
No quiero que la marea me arrastre. Quiero subirme a la tabla. Surfear. O al menos intentarlo. Asumiendo que puedo caer en el camino. Esta es la gracia. Tú haces planes, la vida te sorprende. Como leí en algún sitio: No se trata de esperar a que pase la tormenta sino en aprender a bailar bajo la lluvia. Estoy preparada. Que empiece. Que caiga la del pulpo. Una tormenta de cojones. Yo dejaré el paraguas en casa.

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