Revista Arte

La humanidad de Dios

Por Raquelcascales @rcascales
Lo reconozco, he estado más ausente de lo que me hubiera gustado en este primer semestre. Debo confesar, además, que no sólo lo echo más de menos, sino me preocupa. de lo que podía imaginar. No se trata de abandonar el blog, como blog, sino que abandonar la escritura, con todo lo que ello implica, es como abandonarme a mí misma. Al menos esta entrada pretende acabar con este silencio, remitiendo a quien nunca. Os dejo unos textos en los que se pone de manifiesto las implicaciones de la humanidad de Dios. También un dibujo de mi padre con el que os deseo lo mejor en esta Navidad.

"Él ha sido pequeño, Él ha sido niño, para que tú puedas ser hombre perfecto; Él ha sido ligado con pañales, para que tú puedas ser desligado de los lazos de la muerte; Él ha sido puesto en el pesebre, para que tú puedas ser colocado en los altares; Él ha sido puesto en la tierra, para que tú puedas estar en las estrellas; Él no tuvo lugar en el mesón, para que tú tengas muchas mansiones en el Cielo". San Ambrosio en Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, s.IV.“La Virgen tuvo más fe que todos los hombres y todos los ángeles juntos. Veía a su hijo en el establo de Belén y lo creía creador del mundo. Lo veía huyendo de Herodes y no dejaba de creer que era el rey de reyes; lo vio nacer y lo creyó eterno; lo vio pobre, necesitado de alimentos, y lo creyó señor del universo. Puesto sobre el heno, lo creyó omnipotente. Observó que no hablaba y creyó que era la sabiduría infinita; lo sentía llorar y creía que era el gozo del paraíso. Lo vio finalmente morir en la cruz, vilipendiado, y aunque vacilara la fe de los demás, María estuvo siempre firme en creer que era Dios". San Alfonso María de Ligorio en Las glorias de María, s.XVII-XVIII.

La humanidad de Dios
"Si ella no le daba la capacidad de sufrir, Él no podría sufrir. Sólo podría sentir frío, hambre y sed si ella le daba su vulnerabilidad hacia el frío, el hambre y la sed. No podría conocer la indiferencia de los amigos, la decepción o la amargura de ser traicionado si ella no le daba una mente humana y un corazón humano. Esto es lo que significaba para María dar la naturaleza humana a Dios. Él era invulnerable; le pedía un cuerpo para ser herido. Él era la misma alegría, le pedía que le diera lágrimas. Él era Dios; le pedía que le hiciera hombre. Le pedía manos y pies que pudieran ser clavados. Le pedía carne para poder ser flagelado. Le pedía sangre para derramarla. Le pedía un corazón que pudiera ser roto. El establo de Belén fue el primer Calvario. El pesebre de madera fue la primera Cruz. Los pañales fueron la primera mortaja. La Pasión había comenzado”. Caryl Houselander en La canción de Dios, s.XX.

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