Tal vez el próximo siglo la Iglesia pida perdón por echar de sus filas al párroco Nicolás Alessio. Entre otros pecados hoy repudiables, el cura cordobés apoyó en 2010 la sanción del matrimonio igualitario (aquí la noticia que Clarín privilegió esta mañana en la home de su versión digital).
Probablemente en ese entonces voceros de la Santa Sede (o de nuestra curia) también se excusen por no haber sancionado al Padre Grassi, que la Justicia terrenal condenó a quince años de prisión (en suspenso) por el delito de abuso sexual y corrupción de menores agravado dada su condición sacerdotal.