Revista América Latina

La Iglesia que es ajena a la realidad

Publicado el 16 junio 2015 por Ángel Santiesteban Prats @AngelSantiesteb
Oscar Arnulfo Romero-

Foto cortesía Radio Onu

La beatificación del Padre Arnulfo Romero es para El Salvador, América Latina y el mundo, el espejo donde deben mirarse y reflejarse los pastores de Dios, para acompañar las necesidades espirituales y materiales de sus ovejas, que no significa otra cosa que permanecer al lado del anhelo y sufrimiento de su pueblo, como parte intrínseca de la Iglesia.

Las iglesias –sobre todo y en particular la católica, quizás la menos doblegada por el gobierno dictatorial– deben asumir el dolor como Cristo nos enseñó. Así siento también el deber y la obligación de los intelectuales, reflejando, criticando y sugiriendo a través de sus obras, los conflictos que atañen a la población. Si la Iglesia, los intelectuales y los políticos de la oposición aunáramos esfuerzos, el poder totalitario no abusaria ni atropellaría los derechos más elementales de los cubanos.

Con los pastores de las iglesias cristianas y protestantes no se puede contar; la mayoría se enriquece como los nuevos ricos de estos tiempos de crisis, o callan por miedo a perder sus propiedades y les retiren de sus congregaciones.

La Iglesia Católica, comenzando por sus ejemplos más significativos, el cardenal Jaime Ortega y la curia nacional, le ha dado la espalda a su pueblo, pactan y se humillan ante cada designio de los militares que desgobiernan la nación.

fidel castro y cardenal ortega

Foto tomada de Internet

¿Qué imagen brinda la Iglesia cuando defiende a la dictadura y oculta sus desmanes, al punto de convertirse en cómplice? ¿Cuándo la alta jerarquía eclesiástica le ha hecho un llamado a los tiranos, o presidentes, como mejor les guste llamarlos, para defender al pueblo de sus injusticias? ¿Qué credibilidad brinda esa Iglesia si es incapaz de alzar su voz para proteger a las valientes y pacificas Damas de Blanco, que –domingo tras domingo– son vejadas, apaleadas y apresadas delante de sus narices, exactamente frente a la iglesia de Santa Rita, donde asisten con puntualidad a las misas? ¿De qué sirven las palabras bíblicas si las acciones de la Iglesia borran los actos nobles que profesan y propugnan?

raul castro y cardenal ortega

Foto tomada de Internet

No deseamos un obispo asesinado como en el caso del beato Romero; pero sí necesitamos un obispo que esté tan cerca de Dios como de su pueblo oprimido, y que se enfrente a la injusticia descalzo, sudado, con ropa zurcida, desteñida, y, sobre todo, con esa luz en los ojos que cubre y guía a su rebaño como manto protector.

Ojalá que esos días se acerquen, donde sintamos que la Iglesia es una extensión del pueblo, o viceversa, y que sus templos sean nuestras casas, y no concurra este sentimiento de lo ajeno y lejano que nos invade hace tiempo, viéndolos con sus vestimentas caras e impolutas, sus pieles rosadas protegidas de los rayos solares con cremas, en sus despachos con aire acondicionado, u observando a su pueblo detrás del cristal de sus automóviles. A veces, hasta confundimos sus discursos religiosos con los oficialistas, porque jamás utilizan un adjetivo meramente crítico, ni siquiera sugerente, para pedir un cambio necesario y urgente en la sociedad cubana.

No sé quiénes estarán entre los candidatos a sustituir al actual Cardenal, que por la edad, ya está pasado de retiro.  Ojalá sea uno de los justos, que tenga sangre de pueblo y no le tema al tirano. No podré olvidar nunca al obispo Siro –de Pinar del Rio, ya retirado– pero que acompañó siempre, sin temor a las consecuencias, a su rebaño, a su pueblo, por lo que sumó páginas nobles a la Historia, que serán recogidas apenas vivamos en libertad, y que por ahora, guardamos en sentimientos.

De alguna manera, entiendo al padre Conrado como discípulo del obispo Siro, o del mismo Beato Romero, que en sus tiempos y maneras, no temieron ni temen a los zarpazos que ejecutan los sicarios de los dictadores y desde la misma Iglesia, que apaga cualquier rebeldía de sus ministros.

Soñamos que la Iglesia gane y recupere ese espacio en la sociedad –sobre todo en la juventud, que tanto necesita de su sabiduría milenaria, de su compañía, luz y amor– y al que algunos intelectuales acompañaremos.

firma 3

Ángel Santiesteban-Prats

23 de mayo 2015

Prisión Unidad de Guardafronteras

La Habana


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