Cuando se habla de ficción y de no ficción, se puede destacar la diferencia de su orientación temporal. Mientras que la verdad bruta o «documental» siempre es retrospectiva y está orientada hacia el pasado, la verdad «novelesca» o de ficción se orienta siempre hacia el futuro. De hecho, en la mayor parte de las grandes obras de ficción se puede revelar cierta mistificación que consiste en darle una apariencia retrospectiva a una visión profética […].
De estas reflexiones se desprende una norma de higiene estética que todo autor de ficción debe tener en cuenta. Mientras que en la no ficción son admisibles las muestras de autoridad del escritor respecto al lector, es importante que, en la ficción, la libertad creadora del lector no se vea comprometida por las intervenciones intempestivas del escritor. Es bajo esta perspectiva como hay que resolver el famoso problema del «mensaje». ¿Puede una obra de ficción vehicular un mensaje (tesis, doctrina política, moral, etcétera)? Cuando se trata de una obra de no ficción, no hay ni que decir que la respuesta es afirmativa. A nadie se le ocurriría reprocharle a Lamennais o a Marx que depositaran sus mensajes en sus textos, puesto que ésta fue su principal razón de ser. Pero tratándose de un poema, de una novela o de una obra de teatro, la presencia de la tesis, expuesta explícitamente e impuesta sin ambigüedades, perjudica gravemente al valor de la obra. Es lo que condena a la mediocridad a la novela surgida de la edificación religiosa o del «realismo socialista». Es cierto que una novela puede contener una tesis, pero lo importante es que sea el lector, y no el escritor, quien se la otorgue. Pues la interpretación -tendenciosa o no- es competencia exclusiva del lector, y la pluralidad de interpretaciones -prácticamente tan numerosas como los propios lectores- da cuenta del valor y la riqueza de la invención poética, novelesca o teatral del público.
Michel Tournier
Don Quijote, el hijo ingrato de Miguel de Cervantes Saavedra
Foto: Arthur Tress
Michel Tournier en Nueva York, 1980