Revista Cultura y Ocio

La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson - Crítica - Plumas de ayer

Por Eltiramilla

La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson - Crítica - Plumas de ayerTítulo original: Treasure Island
Autor: Robert Louis Stevenson
Libro independiente
Rama: aventura
Primera edición: Revista Young Folks, 1881

Jim Hawkins es un joven que trabaja con sus padres en la posada Almirante Benbow. Un día aparece en ella Billy Bones, un viejo marinero borracho y pendenciero cuya única posesión es un cofre y que altera la vida de la pacífica posada. Al poco tiempo, Billy Bones muere y Jim acaba en posesión de un preciado mapa que indica la situación de la isla donde está enterrado el mítico tesoro del temible pirata Flint. Así iniciará Jim una apasionante aventura en busca de ese tesoro, lo que le llevará a embarcarse en La Hispaniola, enfrentarse a los mayores peligros y dejar atrás su infancia.

El caballero Trelawney, el doctor Livesey y los demás me han encargado que ponga por escrito todo lo referente a la isla del Tesoro, de cabo a rabo, sin dejar otra cosa en el tintero que la posición de la isla, pues aún quedan allí riquezas que no han sido recogidas. Con esta evocadora frase empieza La isla del Tesoro, uno de los libros de aventuras más perfectos que jamás se han escrito y uno de los más importantes e influyentes de toda la historia de la literatura. Stevenson no se anda con chiquitas y desde el primer capítulo nos muestra cómo será este libro: un estilo rápido y nervioso, descripciones ajustadas, ambigüedad moral, violencia y acción. La novela es de lectura adictiva. El lector se ve arrastrado por la velocidad de los acontecimientos, los capítulos con final abierto (lo que deja adivinar que la publicación original de la novela fue en la revista para jóvenes Young Folks), las descripciones ajustadas y ambientales y la fuerza de los personajes. Porque el plato fuerte de esta novela son los personajes. Todos y cada uno caracterizados con cuatro rápidas pinceladas llenas de maestría que los carga de complejidad. Del primer marino al último pirata, los personajes que crea Stevenson están vivos y resultan reales. El lector siente y vive con ellos y en especial con el protagonista de esta maravillosa novela, Jim Hawkins. Jim es el narrador, el mismo que parte de Bristol lleno de ilusión e inocencia y acaba madurando sumergido en una espiral de violencia. Jim gana un tesoro, pero deja por el camino todo rastro de niño. Del resto de los personajes sobresale por encima de todos John Silver “El largo”, el personaje ambiguo por excelencia y una creación literaria milagrosa que se ha convertido en la imagen arquetípica del pirata. Cocinero de La Hispaniola, de una sola pierna, simpático, carismático, violento, malvado, de exquisita y delicada inteligencia, con buen humor, traicionero y absolutamente fascinante.

La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson - Crítica - Plumas de ayer
Desde su primera aparición hasta su mutis silencioso y sibilino, John Silver se gana la simpatía del lector que siente en sus carnes la fascinación que ejercen los buenos villanos.

Adentrarse en la obra de Stevenson siempre es un placer. Y leer La isla del tesoro es viajar a una de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos y reencontrarse con los sueños de la infancia. Como dijo una vez Borges, leer La isla del tesoro es una de las formas de la felicidad.


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