Revista Opinión

La izquierda y la bandera

Publicado el 02 febrero 2015 por Manuelsegura @manuelsegura

Comité 1977 - Google

La izquierda en España viene arrastrando, desde la Transición, un problema secular con la bandera nacional. Muerto Franco, la oposición socialista y comunista al Régimen dictaminó que aquel símbolo estaba unido consustancialmente a él, por lo que abrazó la enseña tricolor republicana como suya. Fue en 1977, y por 169 votos a favor, ninguno en contra y once abstenciones, cuando el comité central del recién legalizado PCE [en la foto superior] tomó el acuerdo de colocar la bandera bicolor del Estado español en todos sus actos, al lado de la del partido, roja con la hoz  y el martillo. El PSOE, llegado al poder en 1982, no tuvo más remedio que convivir en edificios y despachos oficiales con la bandera del Estado, si bien hubo amplios sectores de la militancia que siguieron adheridos con entusiasmo al símbolo de la extinta Segunda República.

Argumentar ahora los motivos históricos por los que la bandera bicolor no debe ser patrimonio de nadie se me antoja abrasivo. Se ha explicitado por activa y por pasiva que sus orígenes datan del siglo XVIII y que fue en 1843 cuando la entonces reina Isabel II la reconoció como enseña nacional, algo que, por cierto, no varió para nada tras la instauración de la Primera República, tres décadas después, que tan solo suprimió el escudo.

La eclosión en nuestro país de Podemos, movimiento populista de izquierdas, ha traído consigo la proliferación de la bandera tricolor en sus actos principales en detrimento de la bicolor. Nada extraño si tenemos en cuenta lo que detallaba al principio de este texto. Aquellos polvos trajeron estos lodos. Algo que contrasta sobremanera con lo visto en Grecia, donde Syriza, la izquierda radical que hoy ya gobierna, no tiene complejo a la hora de ondear la bandera a franjas azul y blanca y que contiene la cruz de la Iglesia Ortodoxa. Y ello, a pesar de que esa enseña se instaurara como oficial en 1969 durante el Régimen de los Coroneles, luego se sustituyera a la caída de estos, y se repusiera finalmente en 1978. Y es que parece que a la izquierda helena no le produce tanta urticaria ese símbolo del pasado como le viene ocurriendo a la española de manera casi ancestral.


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