La lección de Charles De Gaulle

La Lección de Charles De Gaulle
Por Alberto Bejarano

Foto por: tangi_bertin
Hoy se recuerda a De Gaulle en Francia tanto por su papel esencial en la Resistencia como por su voluntad de abandonar del todo el poder y sus vanidades.
Francia recuerda esta semana los 40 años de la muerte del General De Gaulle (10 de noviembre de 1970). Se recuerda su exaltada y esperanzadora voz de 1940 cuando convocó y comenzó a agrupar la Resistencia Francesa al Régimen de Vichy, colaboracionista de los nazis. Se recuerdan también otros episodios de su vida, ligados a sus estrategias militares, a sus libros (su manual que predijo la debacle francesa de la Segunda Guerra Mundial y sus Memorias de “esperanza”, que ahora han entrado a los Manuales escolares), a la Guerra de Argelia, a la reconstrucción de la Europa de la post-guerra, a su relación polémica con Churchill, con los Estados Unidos y con los comunistas, a mayo del 68 y a la herencia del gaullismo, entre muchos otros temas.
Sin embargo, uno de los aspectos más mencionados en la prensa francesa tiene que ver con la actitud de De Gaulle después de dejar definitivamente el poder en 1969, después de más de diez años de gobierno. Fue una decisión producto de un referendo negativo a sus políticas. En esa época aún había políticos capaces de abandonar el poder y de dejar a otros conducir el destino de sus países. Y eso que De Gaulle tenía una estatura política y moral mucho más elevada que la de otros gobernantes tropicales.
De Gaulle llegó incluso a evitar cualquier tipo de contacto, público o privado, con su sucesor, Pompidou. Aunque no estaba con frecuencia de acuerdo con la continuación de sus políticas, tuvo el coraje y la dignidad de hacerse a un lado. También prefirió un funeral discreto en familia, sin grandes pompas públicas. Algo raro en los políticos. De Gaulle se retiró de verdad de la vida pública francesa y se consagró a escribir sus Memorias. Pensó más en dejar un legado de alguna forma más democrático, que en perpetuar su presencia y/o defender sus actos de gobierno a diestra y siniestra. Por eso en el momento de su muerte, todos los partidos elogiaron a De Gaulle, el hombre de la Resistencia y el hombre que supo vivir con la frente en alto, su propio “otoño del patriarca”.