Retumbar de botas claveteadas en el cemento del patio, con producción de chispas fugaces. Cuarto de vuelta al salir del cuartel e inicio de la marcha por el camino empapado, bordeado de álamos. En un batallón disciplinario, las conversaciones y las canciones están, naturalmente, prohibidas; individuos de cuarta categoría no pueden aspirar a los privilegios del soldado alemán. Como tampoco teníamos derecho a llevar el águila o los otros símbolos de honor: sólo llevábamos, en la manga derecha, una cinta blanca —¡y que siempre debía permanecer blanca!— cruzada por la palabra SONDERABTEILUNG en letras negras. Como debíamos ser los mejores soldados del mundo, todas nuestras marchas eran marchas forzadas. En menos de un cuarto de hora estábamos cubiertos de sudor, nuestros pies empezaban a calentarse y abríamos la boca para poder respirar, pues la nariz por sí sola resultaba rápidamente incapaz de suministrarnos una cantidad de oxígeno suficiente. El correaje y el fusil impedían que la sangre circulara normalmente en nuestros brazos, produciendo la hinchazón de los dedos. Pero para nosotros todo eso no era más que una insignificancia. Podíamos realizar una marcha forzada de veinticinco kilómetros sin experimentar la menor molestia.
VALENCIA. "Creo que Quentin Tarantino se ha leído todas las novelas de mi padre. Al menos es lo que pensé cuando vi Malditos Bastardos", bromeaba este miércoles Miguel Hassel, hijo y heredero del novelista danés Sven Hassel. Pese a que su nombre hoy es desconocido para la mayoría de los lectores, hubo un tiempo en que fue una estrella literaria de primera magnitud. Fue el escritor bélico más leído en una época en la que proliferaron los libros ambientados en la II Guerra Mundial. Sus novelas se publicaron en más de cincuenta países, en 18 idiomas y alcanzaron unas ventas superiores a los cincuenta millones de ejemplares.Nadie hasta su aparición había contado la guerra como él. Era la mezcolanza perfecta entre los cómics de Hazañas Bélicas, de tanto éxito en España durante los años sesenta y setenta, la novela pulp y Enrich Maria Remarque. Su galería de personajes, comenzando por Joseph Porta, pasando por El Legionario y acabando con Hermanito, era singular, adelantada a su tiempo.Cierto o no lo de Tarantino, cabe convenir que los personajes de Hassel hablan como los del cineasta, en ocasiones son tan divertidos como los del americano y fueron creados en los años cincuenta, mucho antes de que el estadounidense hubiera nacido. El último país que ha conquistado el batallón de castigo de Hassel ha sido China, donde se han editado ya siete de los 14 libros que componen la serie. "Sigue siendo un valor seguro en todo el mundo", reconoce su hijo. Tanto quefirmó a finales del año pasado un acuerdo con una productora británica para realizar una serie de televisión. "Calculo que se podrá ver en televisión en un par de años. La productora quiere hablar con la BBC pero ahora hay nuevos canales, con Yahoo, Netflix...".¿Por qué Gran Bretaña? Porque posiblemente sea uno de los países donde más popularidad ha gozado desde siempre. Allí su éxito se cimentó, al principio, en el convencimiento de que sus libros estaban inspirados en vivencias reales, tal y como él afirmaba en reiteradas ocasiones. Así, su segunda novela, Los panzers de la muerte se iniciaba con esta frase: "Prosigo relatando la guerra tal como la he vivido con mis camaradas". Se suponía que era un soldado desvelando la cocina del ejército nazi, la verdad oculta de cómo vivieron los hombres de a pie el conflicto. Pero a pesar de sus propias palabras, con el paso de los años muy pocas personas se tragaron el ardid de que eran autobiográficas; ni siquiera en su editorial. Una puede; catorce no. "Él muchas veces se enfadaba cuando le decíamos que lo que contaba era mentira", recordaba hace unos años un antiguo colaborador de Barcelona. "Le decíamos que no tenía tiempo para haber estado en tantos sitios, que para él la guerra había durado veinte años y no seis, pero él insistía en que todo era cierto. Bueno, si analizas la obra ves que es imposible. No sé incluso si estuvo en la guerra. Y si lo estuvo, pienso que sus vivencias son una página y el resto su imaginación", añadía."SON NOVELAS, NADIE LO HA OCULTADO"Las contradicciones eran muchas. Según el libro que se lea, el 6 de junio de 1944 se puede encontrar a Hassel en el frente oriental, en un hospital en Hamburgo, en Italia o guardando una prisión en un lugar indeterminado de Alemania. Era cierto que existía un regimiento 27 en el ejército alemán, pero no era un batallón de castigo. No había muchos tanques Tiger y estaban organizados en batallones especiales, unidos a unas pocas divisiones de élite; no eran entregados a batallones de castigo. Y así. Hoy mismo, su propio hijo deja bien claro que aunque su padre hablaba de que estaban basadas en experiencias autobiográficas, eran todas ficción. "Son novelas y nadie lo ha ocultado", afirmaba este miércoles.El personaje que se creó para sí mismo Hassel era un ser extraordinario a mitad camino entre Jack London, Joseph Conrad y Hemingway. La biografía oficial contaba que Hassel nació el 19 de abril de 1917 en Frederiksborg, en el seno de una familia de clase obrera con el nombre de Sven Pedersen, aunque después adoptaría el apellido de soltera de su madre. A los catorce años dio la vuelta al mundo como grumete. El paro forzoso le habría hecho emigrar a Alemania donde se alistó en el Ejército a causa de la crisis.Ya durante la II Guerra Mundial, y siempre según el escritor, sirvió en el séptimo, segundo y undécimo regimiento de caballería, en el vigésimo séptimo regimiento de panzers y en un regimiento disciplinario en Rusia, donde padeció toda clase de penalidades. Según algunas biografías oficiales fue herido ocho veces; según otras, siete; obtuvo varios galardones y fue promovido al rango de teniente (en algunos libros se dice que a capitán); salvo en África, combatió en los más importantes frentes del Ejército nazi. Durante la campaña rusa la continua visión de la nieve le quemó los ojos, lo que le obligó a llevar desde entonces gafas de sol.Tras la guerra, y siempre según la biografía oficial, estuvo apresado por los rusos, los ingleses, los americanos y los daneses. Fue durante su estancia en prisión cuando comenzó a escribir. Animado por su mujer, intentó publicar su primera novela sobre sus recuerdos de guerra, La legión de los condenados.El libro fue rechazado por trece editoriales. La decimocuarta hizo el negocio de su vida con un libro que vendió millones de ejemplares en todo el mundo. Literariamente hablando era mediocre tirando a malo, pero funcionaba. Y cómo. Fue tal el éxito que pudo dedicarse a tiempo completo a la literatura. Corría el año 1953.EL ESCÁNDALO LLEGÓ POR LA RADIOTardó cinco años en redactar la siguiente, Los panzers de la muerte (1958), con idéntico éxito y siguiendo el mismo esquema: varios relatos de aventuras más o menos unidos cronológicamente. Dos años después llegó Camaradas del frente, en 1962 Batallón de castigo y en 1963 la que para muchos es una de sus mejores novelas, MonteCassino. Fue en octubre de ese año cuando estalló el escándalo. El espacio radiofónico Natredaktion(Redacción de noche) desveló que el auténtico nombre de Hassel era Borge Villy Redsted Petersen, y que había formado parte de la SS y de la policía colaboracionista danesa HIPO. La prensa dio fe de este hecho cuatro días más tarde. Hasta entonces Hassel era poco menos que un héroe nacional. A partir de ese día fue poco menos que un apestado.El diario danés BT, un tabloide, aportó el testimonio de un miembro de la resistencia que decía haber luchado contra Hassel. En el artículo, el resistente relataba: "Durante el interrogatorio, Redsted Petersen apareció de nuevo. Nadie había reparado en que mi pierna herida continuaba sangrando y había llenado mi bota. De repente, me desmayé y caí al suelo. Cuando me desperté, Redsted Petersen se aseguró de que fuese vendado para que el interrogatorio pudiese continuar bajo tortura".Obviamente, el escritor lo negó todo empecinado en defender su biografía novelesca, pero sus palabras no sirvieron de mucho. Uno de los libreros más importantes entonces de Dinamarca, Richardt Jensen, suspendió la visita de Hassel a su librería. La editorial que publicaba sus obras en Noruega rescindió su contrato. Pronto se oyeron voces pidiendo clemencia. Uno de los que se manifestó en este sentido fue el escritor Knud Poulsen, quien salió en defensa de Hassel asegurando que ya fue castigado, había estado en la cárcel por colaboracionista, por lo que su caso debería ser olvidado. "Cuando era un miembro del HIPO llevó a cabo cazas al hombre. Ahora la caza al hombre es contra él. Si alguien piensa que su destino es justo, entonces ese alguien no sabe lo que es la justicia", decía Poulsen.Cuando aconteció todo el escándalo el matrimonio Hassel se hallaba en Francfort para participar en la Feria del Libro. Se suspendió la presentación prevista de sus obras y Hassel y su mujer decidieron mudarse. Finalmente se instaló en Barcelona en 1964, donde llegó de la mano del ya fallecido Mario Lacruz, su primer editor, y convirtieron la ciudad condal en su nuevo hogar.A salvo de los periodistas daneses, a España no llegaban los ecos del affaire, el escritor se hizo un gran amante de Barcelona hasta el punto de que decidió incluir un nuevo personaje que recibiría ese nombre, Barcelona Bloom. En esta ciudad escribió obras como ¡Liquidad París! en 1967, un año después de queDominique Lapierre y Larry Collins publicaran su libro de investigación ¿Arde París?, y obras menores comoComando Reichsführer Himmler (1971), Los vi morir (1975) o La ruta sangrienta(1977). A pesar de la merma de calidad de sus trabajos, el éxito de sus novelas (de cada libro suyo se vendían en España un mínimo de 70.000 ejemplares) unido al bajo nivel de vida del país hicieron que Hassel viviese "a cuerpo de rey" en la gráficas descripción que hizo el que fuera su segundo editor, José María Moya.Su vida social durante sus primeros años en Barcelona fue también muy intensa. Iba a todas las fiestas pero sobre todo es recordado en el mundo intelectual de aquella época por las que organizaba en su domicilio. "Tenía en su casa un auténtico museo", rememoraba Moya hace unos años, "con todos los uniformes del ejército alemán durante la II Guerra Mundial, cascos, armas... Le gustaba aparecer vestido con uno de ellos. Era muy gracioso".SU ÚLTIMA OBRA, EL OLVIDO Y DE NUEVO EL ESCÁNDALODespués de dos décadas en Barcelona comenzaron a llegar los sinsabores. Editó en 1985 su última obra, El comisario, que pasó sin pena ni gloria. Era poco menos que una copia trasladada al frente ruso de la comedia bélica americana Los violentos de Kelly (Brian G. Hutton, 1970). Poco después se realizó la primera adaptación cinematográfica de una de sus novelas, la segunda que publicó, Los panzers de la muerte, entre cuyos protagonistas se encontraban David Carradine y Oliver Reed. Estaba muy ilusionado con ella pero la película fracasó en taquilla.Tras unos años enfermo, Hassel volvió a Dinamarca de dónde, por motivos no aclarados, salió de nuevo para vivir en Hamburgo. A los pocos años regresó a Barcelona, dónde ya permaneció desde 1997 hasta su muerte. Por si fuera poco, desde principios del año 2000 un compatriota suyo, Erik Haaest, se convirtió en su principal azote por internet.Haaest, que se formó como periodista en Skjern Dagblad yLolland Diario y más tarde trabajó en BT, convirtió en una obsesión personal revivir la persecución contra el novelista a quien llamaba estafador y mentiroso, y de quien decía que debía el éxito de su primer libro a la colaboración de un escritor, Georg Gjedde, fallecido en 1992 y semidesconocido incluso en Dinamarca. Según Haaest, fue Gjedde el que puso orden a los apuntes de Hassel, testimonios de sus compañeros de presidio, y les dio forma de novela.El propio Haaest era de por sí un personaje controvertido. Antes de atacar a Hassel no tuvo reparos en publicar que "no existían cámaras de gas en los campos de concentración de Hitler" o que "el Diario de Ana Frank era una mentira y un fraude". Aunque algunos lo quisieron vincular al nazismo, se da la circunstancia de que el padre de Haaest había luchado en la Resistencia. "Si odio a Hassel es porque mi padre peleó contra gente como él", decía. Simplemente le gustaba la polémica. Y de hecho, en su propio país no le hacían caso. El escándalo de Sven Hassel era una vieja historia llena de telarañas.SUS OBRAS HAN VUELTO PUBLICARSE EN ESPAÑAEl periodista murió en 2012, el 26 de enero. Hassel lo hizo el 21 de septiembre, apenas unos meses después. Su obra no. Fue por el empeño de su hijo que se volvieron a publicar sus novelas de nuevo en España, primero en Inédita, con Hassel aún vivo, y después en Librería Universitaria, que ha sacado recientemente a la venta algunos de sus mejores trabajos como Monte Cassinoo Batallón de Castigo.Sus 14 novelas, sus fábulas violentas sobre la condición humana, siguen ganando fans y conquistando países.Con los años se ha hecho evidente que si gustaban eran por su capacidad de entretener y el carácter irreverente de sus argumentos. Hablaban con desprecio del nazismo, demostraban un profundo sentimiento antibélico, impactaban, emocionaban...Show business en estado puro. La Historia es otra cosa. La Literatura también. En estas circunstancias, el hecho de que Hassel estuviera en un frente u otro, participara en la guerra o no, se revela como insustancial. Porta, Hermanito, el Legionario, todos ellos existieron y seguirán existiendo mientras haya alguien que quiera leer sus andanzas, esas que escribió Sven Hassel, el soldado que quizás nunca existió. Quizás Aristóteles estaba equivocado y no siempre la única verdad es la realidad.
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