LA DOLCE VITA
Que tiemble la vieja Europa, que los huesos incorruptos de los césares se revuelvan en sus mausoleos, porque el césar actual, il Cavalieri Berlusconi, anda con la toga caída. El gran Silvio, el político que atesora más liftings que medio censo de Marbella, ha sido repudiado por su esposa, Verónica Lario, que también había gastado lo suyo en colágenos. No suelo meterme en el ámbito rosa de las noticias, a diferencia del gran Mastroianni en la cinta de Fellini, pero es que la primavera me subleva las hormonas.
A ver por qué el ínclito lombardo no va a poder piropear a las estrellas televisivas, o incorporarlas a su gobierno si le place, hombre, que no es para tanto. Total, un tipo que ha sido caligulino con sus congéneres políticos y neroniano con el pueblo de Italia, lo normal es que se muestre más bien tiberíaco con las doncellas transalpinas. Fíjense si es delicado que hasta asistió hace poco al cumpleaños número dieciocho de una joven napolitana, lo malo es que, según le ha afeado su ya ex consorte, nunca tuvo la deferencia de hacer lo mismo con la mayoría de edad de sus respectivos vástagos.
Después de todo, la cosa no es tan grave, peor hubiera sido acudir al epicentro de un terremoto y decirles a los afectados que no se preocuparan por vivir en tiendas de campaña, que eso era como un fin de semana de camping, o recomendarles que compren muebles nuevos en Ikea. Eso sí habría sido como para poner el grito en el foro, pero los devaneos rijosillos son pecados veniales en aquel país, así que no sé por qué se enciende tanto la ofendida Verónica. Debería mostrarse satisfecha porque el numen de la patria seleccione a futuras ministras entre el panorama audiovisual, igual la famosa Cicciolina sigue en activo y la recicla para la causa.
Bien mirado, si Margaret Thatcher, Angela Merkel o Mª Teresa Fernández de la Vega han libado las mieles del poder, a ver por qué no se les pueden abrir las puertas de la política a otras damas de gran caletre intelectual. Nuestro presidente Zapatero, siempre tan atento a los devenires del continente comunitario, ya está pensando en remodelar el gabinete, según me informan mis fuentes de espionaje, así que vayámonos preparando para los nuevos nombres que sustituirán a las Jiménez, Salgado y compañía. Les apuesto un dedo del pie izquierdo a que nos reiríamos más de la crisis con Ana Obregón, Ana Rosa Quintana o Belén Esteban ocupando alguna cartera.
Más vale que a Berlusconi le revisen los puntos del último estiramiento facial, o terminará organizando la próxima cumbre del G8, en vez de en L’Acquila, en Capri u otra isla paradisíaca. Otro día hablaremos del riesgo que supone estirar tanto la piel, porque terminará encogiéndose por otro lado para disgusto de las estrellas catódicas italianas. Salve.