Somos El Turno de Día. Nuestro trabajo es un trabajo duro. Los "señores" y "señoras" que viven aquí son un poco particulares. A veces nos pegan, arañan, muerden, tiran del pelo o intentan estrangularnos. A pesar de eso nosotros los queremos, aunque no podemos negar que hay algunos a los que cuesta, incluso que les tenemos manía.
Hoy no es un día cualquiera. Todo El Turno de Día hemos llegado en punto, incluso antes de la hora. El Turno de Noche ha dejado todo preparado, todo limpio limpísimo, a los "señores" y "señoras" arreglados y desayunados. Y es que hoy tenemos visita. LA VISITA. La verdad es que la esperamos con ilusión, pues el comité de empresa nos ha comunicado que la nueva consejera es bastante receptiva.
Enseguida La Directora nos ha reunido para darnos las instrucciones pertinentes. Nosotros, El Turno de Día, hemos dejado caer si no sería mejor que la jornada transcurriera como otra cualquiera, con naturalidad. Ni escucharnos.-Todos preparados a las 9:30 en la sala-.
Los más alborotadores, como Juan, que se lía a tortazos cuando le da la vena, o los más impúdicos como Teresa y Manuel, que se masturban sin parar, no tienen permiso para acudir a la sala. Tampoco Inés, porque se atraganta con mucha facilidad y hay que meterle los dedos hasta los higadíllos para que no se ahogue. Claro, todas estas cosas no son agradables de ver, lo sabemos. Al resto de internos los tenemos a las 9:30 en la susodicha sala, muy formales, a la espera...
Al cabo de una hora aproximadamente, cuando la formalidad está siendo ya difícil de mantener, oímos un murmullo que reconocemos de otros años: el caminar de zapatos de suela y de tacón, las palabras lisonjeras, la risillas hipócritas. Murmullo de gente extraña a este lugar. Nosotros llevamos suelas de goma para no escurrirnos con los vómitos, pises, cacas y otros fluidos; tenemos que hablar a voces y, cuando tenemos tiempo para reír, reímos a carcajada limpia.
Ya están aquí. En la sala. La Directora encabezando la comitiva. Nosotros casi en formación para pasar revista. La Visita se dirige al Turno de Día con un saludo escueto, sonríe a los "usuarios residentes" de forma condescendiente, y a continuación entra al despacho de La Doctora. Se cruzan más saludos y presentaciones. Nosotros agudizamos el oído. Todos bien pendientes. La Doctora empieza a hablar, con su habla firme y contundente.
Ha pasado un rato, no corto, y a La Directora le está empezando a cambiar la cara mientras que la doctora sigue con su perorata de problemas, dale que te dale. Nosotros nos miramos y no podemos evitar sonreír, conocemos a La Doctora. De pronto, uno de los internos a empezado a dar gritos, y, como es habitual, el resto le hace coro. Cada vez más gritos, y los gritos más agudos y estridentes. A la visita se la ve incómoda, así que tratamos de calmar a los " usuarios residentes". Al poco rato todo vuelve a la normalidad, bueno más bien a la anormalidad, pues lo habitual aquí son los alaridos constantes.
La Doctora no ha dejado de hablar mientras duraba el alboroto, enumerando todo lo que necesitan nuestros gritones:
-Una sala de aislamiento protegida o Selfspace para Jaime, Pedro, Raúl y Lola.
-Sujeciones que no rocen y estén homologadas para Joaquín, Rosa y Antonio.
- Para Manolo un nuevo aparato de rehabilitación que no se le caigan los tornillos.
-Para todos nuestros internos un médico 24 horas.
-Para mantener la comida en las condiciones exigidas en el párrafo cuatro de la ordenanza….
La Directora viendo que la lista se alarga, le hace, nerviosa, un gesto a La Doctora. Pero ésta continua como si nada.
La Visita parece no salir de su asombro:
-Doctora-dice por fin la receptiva dama de los tacones- ¿ No cree que pide usted demasiado? -y se vuelve hacia nosotros, que negamos rápidamente con la cabeza. Muchos de nuestros internos empiezan también a negar moviendo la cabeza de forma compulsiva, degenerando el asunto en otro enorme griterío.
- Pues no, lo que creo es que es lo mínimo con lo que deberíamos contar-responde La Doctora impasible como si fuera sorda.
Intenta seguir hablando, pero uno de los caballeros con zapatos de suela, la interrumpe-No se preocupe, haremos todo lo que esté nuestra mano. Estos pobres "usuarios y usuarias" serán una de las prioridades de nuestra consejería - El mismo consabido tonillo correctamente político de siempre.
La elegante y altiva comitiva, dirigida por La Directora, se larga rápidamente por el pasillo hacia el despacho del psicólogo. Nosotras sonreímos tristemente. La Doctora nos mira y pone los ojos en blanco. Sabemos que, una vez más, sólo son palabras perdidas en el aire.
Parece que El Turno de Día, doctora,enfermeras, cuidadores... Seguiremos valiéndonos de nuestra imaginación y nuestras manos para que los autistas Jaime, Pedro, Raúl y Lola no se hagan daño al darse golpes contra la pared, o para que Rosa, Joaquín y Antonio no se hagan heridas con el roce de las, en ocasiones, inevitables y no homologadas sujeciones que evitan que se tiren de cabeza de la cama o la silla. Artesanía pura.
De nuevo el griterío, esta vez provocado por Pili, una preciosa pero traviesa Síndrome de Down profunda, que ha tirado de la silla de ruedas a Tomasín, nuestro más querido interno, tan blandito y deforme como el blandiblú.
La Directora cierra bien la puerta del despacho para no incomodar a La Visita.
Publicado con Blogsy