Revista Cultura y Ocio

La luz es como el agua – Gabriel Garcia Marquez

Publicado el 12 agosto 2013 por Diego Diego F Ospina @DiegO_OzpY

La portada

La luz es como el agua

El cuento

-Forma parte de 12 cuentos peregrinos-

En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.

-De acuerdo -dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos  a Cartagena.

Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más  decididos de lo que sus padres creían.

-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aquí.

-Para empezar -dijo la madre-, aquí no hay más aguas  navegables que la que sale de la ducha.

Tanto ella como el esposo tenían razón. En la casa de  Cartagena de Indias había un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio  para dos yates grandes. En cambio aquí en Madrid vivían apretados en el piso  quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella  pudieron negarse, porque les habían prometido un bote de remos con su sextante  y su brújula si se ganaban el laurel del tercer año de primaria, y se lo habían  ganado. Así que el papá compró todo sin decirle nada a su esposa, que era la más  reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo  dorado en la línea de flotación.

-El bote está en el garaje -reveló el papá en el  almuerzo-. El problema es que no hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la  escalera, y en el garaje no hay más espacio disponible.

Sin embargo, la tarde del sábado siguiente los niños  invitaron a sus condiscípulos para subir el bote por las escaleras, y lograron  llevarlo hasta el cuarto de servicio.

-Felicitaciones -les dijo el papá ¿ahora qué?

-Ahora nada -dijeron los niños-. Lo único que queríamos  era tener el bote en el cuarto, y ya está.

La noche del miércoles, como todos los miércoles, los  padres se fueron al cine. Los niños, dueños y señores de la casa, cerraron  puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lámpara de la sala.  Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezó a salir de la bombilla  rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llego a cuatro palmos. Entonces  cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas  de la casa.

Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza  mía cuando participaba en un seminario sobre la poesía de los utensilios  domésticos. Totó me preguntó cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un  botón, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.

-La luz es como el agua -le contesté: uno abre el  grifo, y sale.

De modo que siguieron navegando los miércoles en la  noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brújula, hasta que los padres  regresaban del cine y los encontraban dormidos como ángeles de tierra firme.  Meses después, ansiosos de ir más lejos, pidieron un equipo de pesca submarina.  Con todo: máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.

-Está mal que tengan en el cuarto de servicio un bote  de remos que no les sirve para nada -dijo el padre-. Pero está peor que quieran  tener además equipos de buceo.

-¿Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer  semestre? -dijo Joel.

-No -dijo la madre, asustada-. Ya no más.

El padre le reprochó su intransigencia.

-Es que estos niños no se ganan ni un clavo por cumplir  con su deber -dijo ella-, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la  silla del maestro.

Los padres no dijeron al fin ni que sí ni que no. Pero  Totó y Joel, que habían sido los últimos en los dos años anteriores, se ganaron  en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento público del rector. Esa  misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio  los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente,  mientras los padres veían El último tango en París, llenaron el apartamento  hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los  muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años  se habían perdido en la oscuridad.

En la premiación final los hermanos fueron aclamados  como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no  tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querían. Ellos  fueron tan razonables, que sólo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los  compañeros de curso.

El papá, a solas con su mujer, estaba radiante.

-Es una prueba de madurez -dijo.

-Dios te oiga -dijo la madre.

El miércoles siguiente, mientras los padres veían La  Batalla de Argel , la gente que pasó por la Castellana vio una cascada de luz  que caía de un viejo edificio escondido entre los árboles. Salía por los  balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzó por la gran  avenida en un torrente dorado que iluminó la ciudad hasta el Guadarrama.

Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta  del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofá  y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos  niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su mantón de Manila que  aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en  la plenitud de su poesía, volaban con sus propias alas por el cielo de la  cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los niños usaban para  bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de  mamá, que eran los únicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga  iluminada. En el cuarto de baño flotaban los cepillos de dientes de todos, los  preservativos de papá, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mamá, y  el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavía encendido en el  último episodio de la película de media noche prohibida para niños.

Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Totó  estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la máscara  puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzó el aire de los  tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavía la altura de la estrella  polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete  compañeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipí en la maceta de  geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de  burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella  de papá. Pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había  rebosado, y todo el cuarto año elemental de la escuela de San Julián el  Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del número 47 del Paseo de la  Castellana. En Madrid de España, una ciudad remota de veranos ardientes y  vientos helados, sin mar ni río, y cuyos aborígenes de tierra firme nunca fueron  maestros en la ciencia de navegar en la luz.

El autor

Gabriel José de la Concordia García Márquez, más conocido como Gabriel García Márquez, nació el 6 de marzo de 1927. Es un reconocido novelista colombiano, escritor de cuentos, guionista y periodista. El genio, la popularidad y el carisma de Gabriel García Márquez lo hace incomparable y distinguido entre los autores de la lengua española durante la segunda mitad del siglo XX, y en 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. Lo que hace que Gabriel García Márquez sea tan famoso no es solamente su genio como escritor, sino también su habilidad de usar este talento para compartir sus ideológicas políticas.

Multimedia sobre la obra

Un video

Seguramente no se arrepintieron de ver el audiovisual de Imaginantes  sobre cómo nació el cuento La luz es como el agua de Gabriel García Márquez. Yo lo adoré. Por eso les dejo también el cuento original para que se deleiten con el chorro de imaginación de este colombiano querido. No dejen de leerlo. Estoy convencida que el momento escogido del sábado o el domingo, o cualquier otro día que prefieran, para leer lo que aquí les dejo, será hermoso.

opinión de Sheyla Valladares  bloguera

Una narración estilo audiolibro

Imágenes

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Reflexiones finales

Propias

Un relato breve sin complicaciones ni grandes misterios, solo una gran maravilla, como lo era la luz navegable, ya me imagino los cadáveres de aquellos niños flotando en un mar brillante como sombras sobre la superficie del dorado sol, la imaginación de un niño y la de cualquier hombre solo es peligrosa cuando no se tiene el cuidado pertinente, aun así sin importar cuantos males le achaquen a la imaginación, pienso yo que nadie podrá nunca negar que es una de las cosas que realmente hacen a los humanos, mas humanos…

Ajenas

Cambiando el final del cuento, el cual en la versión original también termina en tragedia, pudimos hacer énfasis en lo que el autor quería comunicar. Aquí se agranda lo peligroso que puede llegar a ser la imaginación de los niños. En el texto, la imaginación se muestra inofensiva en un comienzo, pero poco a poco se empieza a descontrolar hasta llegar a tal punto que ya no se distingue lo real de lo irreal. Al final se convierte en una imaginación excesiva y contagiosa sin control ni restricciones por parte de los padres, provocando, así, el trágico desenlace final. También el texto se puede interpretar de tal forma que alude a la problemática de la falta de comunicación entre hijos y padres y la excesiva confianza que estos otorgan a sus hijos.

Fuentes

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/luzescom.htm

http://lospapurris.blogspot.es/

http://www.behance.net/gallery/La-luz-es-como-el-agua/3579781

http://criaturadeisla.wordpress.com/2013/08/10/la-luz-es-como-el-agua/

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