Revista Comunicación

La magia de The Fosters

Publicado el 14 marzo 2015 por Reino Reino De Series @reinodeseries

La magia de The Fosters
Si algo ha conseguido ABC Family a lo largo de estos años ha sido crearse su propia imagen. Más allá de Pretty Little Liars, que ha acabado quedándose como la excepción en su propia cadena (una excepción que también es maravillosa a su manera, por cierto), ABC Family es la casa de unas cuantas series con tintes adolescentes pero, sobre todo, muy buenas ideas, a veces conceptos muy interesantes y, ante todo, un tono muy entrañable que funciona muy bien. En ese sentido, ahí están series como Switched at Birth, Chasing Life o The Fosters, que a base de haber construido un conjunto de personajes entrañables (y, a su manera, relativamente complejos) hace que nos encontremos cada semana completamente pendientes de lo que ocurre en ella. Y, en el caso de alguna de ellas, esperando mordiéndonos las uñas de una semana a la siguiente por lo que va a ocurrir. Sin necesidad de anunciar ningún tipo de evento extraordinario.
La magia de The FostersEs justamente eso lo que ha conseguido The Fosters, que a través de la historia de Jude y Connor ha devuelto a la mitad de su público a una edad que superó hace algún tiempo ya. Porque aquí me tiene a mí, por ejemplo, a mis veinticinco años y convertida en una shipper histérica de dos críos de catorce o quince años. Y sé que no estoy sola. Es una trama, una relación tan bien contada, tan natural, que nos devuelve irremediablemente a esa edad. Y el que sus protagonistas sean además dos personajes con los que tenemos ya una historia, a los que hemos ido queriendo más y más por sus propios méritos y a base de ir conociéndolos, hace que nos veamos completamente inmersos en esa montaña rusa de sentimientos que es justamente esta trama de la serie.
La magia de The FostersAyuda, por supuesto, que dentro de un cast relativamente fuerte (si dejamos de lado a Jake T. Austin, que interpreta a Jesús, el resto de actores han demostrado que son capaces de desenvolverse bien), The Fosters sabe aprovechar los casos más excepcionales. Que un actor tan joven como Hayden Byerly, que tiene más o menos la misma edad que su personaje en la serie, sea capaz de transmitir todo lo que transmite no es algo que ocurra demasiado a menudo. Y The Fosters ha sido capaz de ver la joya con la que cuenta, y no lo tira por la borda.
Parecido es lo que ocurre con Callie, el personaje interpretado por Maia Mitchell, que ha conseguido convertirse en un personaje lleno de matices y contradicciones que resultan perfectamente coherentes y entendibles. Callie es una chica fuerte, porque está acostumbrada a necesitar serlo. Pero es también una chica vulnerable, que necesita desesperadamente confiar, pero a la que le cuesta hacerlo. Callie es una adolescente que piensa y siente como adolescente, pero como adolescente que casi ha tenido que ser adulta sin serlo.
La magia de The FostersCallie es uno de los personajes femeninos más interesantes que han aparecido en nuestras series adolescentes en mucho tiempo, y es una gozada verla crecer delante de nuestros ojos. Y entender todos y cada uno de los pasos que da. Todas y cada una de sus meteduras de pata. Y todos y cada uno de sus aciertos.
De todos modos, a pesar de todas estas cosas que la convierten en una imprescindible, no ya dentro de las series adolescentes, sino de las series en general, lo cierto es que aún no hemos hablado de lo que hace que The Fosters sea The Fosters. Lo que hace que al verla nos sintamos parte de ella. Es justamente ese sentimiento tan familiar con el que nos llega ya desde la misma intro (confieso que he llorado más de una y de dos veces simplemente viendo la intro. Y no me avergüenza reconocerlo).
La magia de The FostersEl verlos a todos ellos como la familia que son, en la que todos tienen un hueco, en la que todos importan, hagan lo que hagan, ocurra lo que ocurra, es un sentimiento que la serie transmite siempre en todas y cada una de sus escenas y que hace que nosotros, desde casa, nos involucremos también con ellos, que nos sintamos parte de lo que les ocurre, de su día a día. De ellos. Queremos a esa familia, los conocemos, los entendemos. Queremos un matrimonio como el de Stef y Lena. Un matrimonio y una familia que no son perfectos, ni falta que hace, pero que precisamente por eso lo son. Son todo a lo que deberíamos aspirar.
Es por eso que si andáis huérfanos de series familiares (algo que es más que probable ahora que hace relativamente poco acabó Parenthood) y buscáis algo con un toque entrañable pero también con muchísima inteligencia y muy buenas intenciones, no os lo penséis dos veces y dadle una oportunidad a The Fosters. Os prometo que no os vais a arrepentir.

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