Flores Secas, by Igor Kutuzov.
«Todos me miran mal, salvo los ciegos, es natural».
Año del Señor de no me acuerdo, antes o después de casarnos viajamos a la Provenza. Conclusiones del viaje: Marsella es una ciudad de locos, el campo francés se asemeja a un pesebre perfecto, en Montpellier me quedaría a vivir y la luz. Entendí a esos pintores que desertaron del frío norte para bajar a buscar la translúcida luz del Mediterráneo. Van Gogh, Gauguin y algunos listillos más. Bajaban al sur a robar el sol, como un carterista ávido de turistas. Provenza, luz y colores. En mi ignorancia, en un bar también olvidado, descubrí algo más: la canción que más me gustaba de Loquillo no era de Loquillo, sino de Georges Brassens. Y es que si el diablo acaba por saber algo es por viejo. ¿Qué versión es mejor? Los veinte primeros segundos de la de Loquillo me levantan de la silla, quizá la de Brassens, la original sea más redonda. Quizá no tenga importancia. Quizás no existió Brassens. Quién dice que no fue un drone.
La mala reputación