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"La manzana podrida": Seamos objetivos y no olvidemos las causas ni el contexto

Publicado el 13 julio 2010 por Amendiz @alfonso_mendiz
Hace unos días hablé de un documental de Rome Reports, “La manzana podrida”, que analizaba la tan debatida cuestión de la pederastia y señalaba las causas más inmediatas del asunto. Allí se deja ver que este escándalo se debe, en gran parte, a que algunos obispos (pensando quizas que tenían pocos sacerdotes en la diócesis, que algunos implicados llevaban años sirviendo a la comunidad, etc.) prefierieron cambiarlos de parroquia y ocultar el caso (con acuerdos directos con las familias) en vez de obedecer a lo que el Vaticano estableció como pauta de conducta desde hace más de 20 años. El problema no es de la Iglesia ni muchos menos del Papa: es de aquellos que no quisieron obedecer ni al Vaticano ni al Papa. Por eso ahora han dimitido.
Sin embargo, vuelvo ahora sobre el asunto porque hecho en falta en ese documental un análisis del contexto en el que este hecho se produce. El asunto es grave, nadie lo niega: quizás la peor crisis de la Iglesia Católica en los últimos 4 siglos, pero sus datos no son ni más abultados ni más aberrantes de los que se dan en otros colectivos. Antes bien, se dan con mayor profusión en algunas Iglesias protestantes (y nada de ello sale en los medios de comunicación), y sobre todo en otros muchos colectivos que están en contacto con adolescenetes: docentes, profesores de gimnasia y educación física, etc (y nada de ello sale en los medios de comunicación).
Es un problema no de la Iglesia, sino del mundo entero, y arranca -como dicen socióligos, antropólogos y expertos en la materia- de la revolución sexual de los años 60. Esa revolución afectó a todo el mundo y a todas las instituciones: concepto de familia y de noviazgo, actitud de gobiernos e instituciones responsables de la salud pública, inhibición de los colegios. Sus consecuencias las estamos viviendo ahora: difusión universal de la pornografía, mentalidad anticoncpetiva, comercialización de la pederastia, abusos de menores, etc. Esto afectó a todo el mundo, y parte de ese mundo es también la Iglesia.
Como decía, es un hecho muy grave, y ciertamente inaceptable. Por eso la Iglesia ha aplicado la doctrina de la "tolerancia cero". Pero hay que situar las cifras en su contexto y pedir objetividad a los medios de comunicación: tanto en las cifras que se dan como en el tratamiento -hasta hoy discriminado- que se hace de la Iglesia Católica: esta lacra afecta a todos, no sólo a esta Iglesia; ni es ajena la sociedad ni tampoco otras religiones u otros ámbitos educativos. Tristemente, el colectivo que más abusa de los menores son precisamente los padres...
Por eso, un poco de objetividad en los medios y otro poco de autocrítica en la entera sociedad sería muy de agradecer. Eso, además de reconocerlas consecuencias de una revolución que dañó seriamente nuestra integridad moral y cuyas consecuencias aún estamos padeciendo.

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