‘la mejor oferta’: un engranaje perfecto

Resulta imposible hablar del cineasta italiano Giuseppe Tornatore sin hacer referencia a Cinema Paradiso que, en 1989, se alzó con el Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa. Desde entonces, la carrera de Tornatore ha sido desigual en la aceptación de público y crítica. Ambos sectores vuelven a reconciliarse gracias a La mejor oferta, thriller avalado con seis premios David y con una asistencia a las salas que supera el millón y medio de espectadores.

Un excéntrico agente de subastas, interpretado magistral y pulcramente por Geoffrey Rush, es la piedra angular de esta cinta. Junto a él, una joven con una extraña enfermedad (Sylvia Joeks), un mecánico (Jim Sturgess) y un pintor fracasado (Donald Sutherland). Cuatro personajes, cuatro piezas de un puzle, que poco a poco se aproximan hasta conseguir encajar en una historia redonda que mantiene ritmo y coherencia durante todo el metraje.

Experto en obras de arte, fascinado por la belleza de los cuadros, Virgil Oldman (G. Rush) es incapaz de desenvolverse en las relaciones personales. Utilizando el paralelismo de la reconstrucción de un autómata encontrado en casa de Claire (S. Joeks), se describe la transformación del personaje frente al amor y los miedos que de él derivan.

Excesiva atención en la historia de amor y alguna sospecha sobre el desenlace final pueden ser los puntos débiles de este filme cuya exquisita ambientación y consistencia se debe, en gran parte, a la fotografía y la banda sonora, a cargo de Ennio Morricone.

Influencias y alusiones directas o subconscientes que apelan a Polanski o Hitchcock, en las que el protagonista se ve atrapado en una tela de araña que él mismo ha ido tejiendo, sin darse cuenta, y en la que se verá atrapado sin posibilidad de escapar.

La clave parece encerrarse en dos frases de una conversación: “¿Cómo es vivir con una mujer? Es como participar en una subasta; nunca sabes si la tuya es la mejor oferta”.